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Por Mirna Espinoza

No fue casualidad que la cuarentena haya caído en Semana Santa. Lo ideal hubiera sido que cada uno de los días conmemoramos a nuestro Redentor, pero es probable que muchas de nosotras hayamos pasado pegadas a nuestros teléfonos en noticias, redes sociales o hablando con nuestra familia. Tal vez esa semana te acompañó tu serie o película favorita, quizá estuviste muy ocupada limpiando la casa, haciendo almuerzo y tendiendo ropa. Pero ¿tuviste algún momento de agradecimiento al Señor por su obra en la cruz? ¿Te trajo alivio en medio de esta pandemia que nuestra esperanza se encuentra anclada en Cristo? ¿Tu manera de actuar con tu familia mostraba el amor y servicio de Jesús? Estas preguntas me confrontan mientras escribo.

La semana pasada, una que se debería enfocar en el Señor, es probable que se centrara en nuestros quehaceres, en entretenimiento o en ocuparnos en cosas temporales. Pero no escribo esto para condenarnos, ni hacernos sentir culpables sin una salida de aire para bajar la presión.  La muerte, vida y resurrección de Cristo no fueron hechas para cubrir solo una semana, fueron hechas para que se celebraran todos los días hasta la eternidad. 

Leyendo la historia de Israel notamos como una y otra y otra vez el pueblo desviaba su mirada, corrían a fabricar estatuas, realizar cultos abominables, a pesar de que Dios se mantenía mostrando su misericordia y fidelidad. Los seres humanos tendemos a priorizar cualquier cosa antes que al Señor: celular, autoridades, familia, comida, entretenimiento, trabajo, etc. son como aquellos ídolos que el pueblo adoraba y en los cuales confiaba.  

¡La Semana Santa de este 2020 ya pasó! pero lo que no pasará serán las consecuencias de lo que sucedió ahí. Las distracciones del mundo también pasan rápido, pero el impacto eterno de la entrada triunfal, la última cena, la cruz y la tumba vacía tienen eco eterno. Siempre estará la llamada constante de todo aquello que busca distraerte, que gritan tu nombre, pero te invito a que recuerdes quién llevó tu nombre en la Cruz, y que ahora llevas el suyo.

En este tiempo de cuarentena, de aislamiento, te animo a que ores:

– Por tu alma, para que recuerde el gozo de su salvación.

– Por tu corazón, para que el Señor lo escudriñe y revele los ídolos que has construido.

 – Por tus ojos, para que sea quitado el velo para ver las maravillas de nuestro Salvador. 

Lee las palabras de Joel 2:-12-13a NTV “Por eso dice el Señor: «Vuélvanse a mí ahora, mientras haya tiempo; entréguenme su corazón. Acérquense con ayuno, llanto y luto. No se desgarren la ropa en su dolor sino desgarren sus corazones».” Este era el Señor pidiendo arrepentimiento a su pueblo.  Hagamos lo mismo, arrepintámonos entregando nuestro corazón completo al único que lo va a guardar perfectamente, porque los ídolos que hemos creado no salvan. El único que puede provocar este arrepentimiento es Dios mismo. 

Nosotros a diferencia del pueblo de Israel, ya vemos culminada la obra de Cristo. “Telestai”, “consumado es”, “está terminado”, “completado”.  Jesús ganó no solo para celebrar una semana, ganó para que celebremos con Él todos los días de nuestra vida terrenal y la vida eterna. 

Siempre habrá muchas distracciones, pero nada es eterno, todo pasará, excepto Cristo. Por eso volvámonos a Él, que nuestros ojos no pierdan de vista nuestra salvación, nuestra verdadera vida. Cuando contrastamos lo eterno con situaciones como el coronavirus, una serie televisiva, un plato de comida, un concierto, o cualquier cosa, todo se vuelve pequeño. Invirtamos nuestro tiempo en la Palabra, en la oración y en los regalos que Él nos da (familia, comida, trabajo, servicio, etc.) No olvidemos que las cosas creadas jamás deben ocupar el papel que solo le corresponde a nuestro Creador, Salvador y Redentor. 

“No dejen que el corazón se les llene de angustia; confíen en Dios y confíen también en mí. En el hogar de mi Padre, hay lugar más que suficiente. Si no fuera así, ¿acaso les habría dicho que voy a prepararles un lugar? Cuando todo esté listo, volveré para llevarlos, para que siempre estén conmigo donde yo estoy.” Juan 14:1-3“Cristo les trajo la Buena Noticia de paz tanto a ustedes, los gentiles, que estaban lejos de él, como a los judíos, que estaban cerca.  Ahora todos podemos tener acceso al Padre por medio del mismo Espíritu Santo gracias a lo que Cristo hizo por nosotros.” Efesios 2:17-18

Mirna Espinoza, una joven soltera. Sirve al Señor en la ciudad de Guatemala con jóvenes y niños. Busca que a través de sus escritos se toquen temas en los cuales muchos puedan sentirse comprendidos y sobre todo que conozcan más del amor, gracia y misericordia del Señor.

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