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Por Wendy Marín Ortiz

Bueno me es haber sido humillado,
Para que aprenda tus estatutos.
Salmos 119:71

¿Quién reconoce que la humillación es algo bueno para su vida? Al menos de manera genuina, sin despecho y sin amargura. Me atrevería decir que casi nadie. 

El salmista en este versículo 71 este Salmo 119 está respondiendo a la humillación y el sufrimiento.

En la primera parte del versículo, él reconoce que fue bueno, (bien, hermoso, positivo) haber sido humillado, (afligido, oprimido, atormentado, perdido). 

Cuando estudiamos estas palabras, inspiradas por Dios, puede que sintamos cierta resistencia. Y es que la humillación y la respuesta del autor a ella es contracultural. 

La humillación es algo que no deseamos. Nuestra “Eva interior” nos impulsa a ser orgullosas, a no dejarnos humillar por nada ni por nadie. Y cuando somos humilladas por Dios, por otros o por las circunstancias, nos indignamos, comenzamos a auto-justificarnos, decimos: Yo soy muy buena, yo le sirvo al Señor… ¿por qué me pasa esto? ¡Qué equivocadas estamos! 

Cuando actuamos de esta manera, negamos el carácter de Dios. Declaramos con nuestra actitud que Dios no es bueno y  no cuida de los suyos. Todas sabemos que eso es mentira.

Porque el Señor es bueno;
Para siempre es Su misericordia,
Y Su fidelidad por todas las generaciones.
Salmos 100:5

Si hemos sido verdaderamente salvadas al venir a Cristo en arrepentimiento genuino y fe sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados. Romanos 8:28

Precisamente, en la segunda parte del versículo 71 del Salmo 119, él identifica el motivo por el cual esta humillación es buena. La palabra “para” en el original es propósito. Por lo que el autor expresa que el propósito fue “aprender” (adiestrarse, apto para la guerra, domado) los estatutos (la Palabra, los mandamientos, la ley) de Dios. 

El sufrimiento y la humillación nos muestran lo idólatras, efímeras, vulnerables e incapaces que somos. Es allí, en nuestra condición irremediable que viene nuestro Dios bueno a adiestrarnos en Su Palabra. 

Aquí algunas de las incontables enseñanzas en las que nuestro buen Padre desea que seamos adiestradas mientras sufrimos. 

*Su Palabra nos enseña que Él estará con nosotras a través de la situación por la que atravesamos.

Cuando pases por las aguas, Yo estaré contigo…Isaías 43:2

*Su Palabra nos recuerda que el sufrimiento y la humillación son el camino hacia Él.

Al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios. Salmos 51:17

*Su Palabra nos anima a acercarnos a Él cuando necesitemos ayuda.

Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro. Hebreos 4:16

*Su Palabra nos muestra Su soberanía y control.

Todo lo que Jehová quiere, lo hace,
En los cielos y en la tierra, en los mares y en todos los abismos. Salmos 135:6

*Su Palabra nos recuerda que nuestra mayor tribulación es el pecado y que Cristo la venció en la cruz para nuestra salvación.

Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor por nosotros, nos dio vida con Cristo, aun cuando estábamos muertos en pecados. ¡Por gracia ustedes han sido salvados! Efesios 2:4-5

*Su Palabra nos recuerda que Cristo sufrió la más grande humillación para que pudiéramos tener acceso al Padre. 

Haya, pues, en ustedes esta actitud que hubo también en Cristo Jesús, el cual, aunque existía en forma de Dios, no consideró el ser igual a Dios como algo a qué aferrarse, sino que se despojó a Sí mismo tomando forma de siervo, haciéndose semejante a los hombres. Y hallándose en forma de hombre, se humilló Él mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Filipenses 2:5-8

Cuando somos adiestradas por Dios a través de Su Palabra podemos ver la humillación con nuevos lentes. Su Palabra transforma nuestra auto-justificación por sometimiento a Su soberanía. Decimos como Job, ¿Aceptaremos el bien de Dios pero no aceptaremos el mal? Job 2:10.
Además, reconocemos que nuestras incomodidades actuales y los días difíciles, nunca antes vividos, no se comparan a la humillación de Cristo. 

El sufrimiento y la humillación son reales, duelen y mucho. Aferrémonos a Su Palabra, ella nos recuerda Su carácter, Sus promesas y Su sacrificio. Ser agradecidas cuando todo está bien es muy fácil, aunque muchas veces lo olvidamos. Seamos agradecidas en todo porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús. 1 Tesalonicenses 5:18

En medio del sufrimiento y la humillación, llora, sí puedes llorar pero también agradece, reconoce la soberanía de Dios en el proceso y deja que Su Palabra te enseñe. Tal vez cuando todo finalice a este lado de la eternidad o cuando lleguemos allá, podremos proclamar como el salmista: Bueno me es haber sido humillado, para que aprenda tus estatutos.

Wendy Marín Ortiz es la Coordinadora de Lifeway Mujeres, pecadora redimida, esposa de Oscar, madre de Owen y Marina. Le apasiona conocer el carácter de Dios y encontrar a Cristo a través de toda la Escritura. Su anhelo es que cada mujer tenga esta misma pasión.

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