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Angélica Rivera

¿Sirves en el ministerio juvenil de tu iglesia local o deseas servir allí porque anhelas ministrar a las chicas? ¿Cómo realizar un trabajo de enseñanza y discipulado que glorifique a Dios? Deseamos que estos diez consejos prácticos puedan servirte para llevar a cabo esa labor:

  • Hazlo para Dios. La motivación principal para servir en un ministerio juvenil es honrar y agradar a Dios, y luego el servir a las chicas. Si te enfocas en que sirves a tu Dios antes que a las jóvenes, no esperarás la aprobación de la gente y te ayudará a contemplar la excelencia que Dios merece.  

Y todo lo que hacéis, de palabra o de hecho, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús. Col. 3:17a

  • Tu relación con Dios es vital. Es imprescindible que tengas una relación viva e íntima con Dios. Si estamos lejos de Dios, y la Palabra de Cristo no habita “en abundancia en nuestros corazones” no tendremos nada que proveer. El servicio a Dios siempre requerirá de Su ayuda sobrenatural. Nuestras fuerzas y sabiduría humana no serán suficientes para aconsejar, guiar, amar, confrontar y exhortar a nuestras jóvenes. Necesitan ser apuntadas constantemente hacia Dios.

Que la palabra de Cristo habite en abundancia en vosotros,  con toda sabiduría enseñándoos y amonestándoos unos a otros…  Col. 3:16

  • Tu ejemplo es más importante que tus palabras. Cristo siempre será el estándar al que tenemos que apuntar, pero estamos llamadas a ser el ejemplo a seguir para esas jóvenes. Nuestras acciones hablarán más que nuestras palabras. No podemos pregonar vestir con modestia y decoro, si nosotras no lo hacemos. Siendo mediocres en nuestro caminar con Dios las privamos de un ejemplo que las rete a vivir de una manera diferente y llegamos a serles piedra de tropiezo.

Sed imitadores de mí, como también yo lo soy de Cristo. 1ª Co. 11:1

  • Ama a las jóvenes como Cristo lo hace. Este amor se mostrará a través de un genuino interés por sus vidas, estar dispuestas a sacrificar nuestro tiempo y nuestra comodidad por esas ovejas que Dios ha depositado en nuestras manos. Se traduce en estar pendientes de las que vemos solas, pensativas, necesitadas y acercarnos a ellas para conocer sus necesidades, orar por ellas y darles seguimiento. Una nota básica pero muy importante, no mostrarás amor a las jóvenes si no conoces cómo se llaman. Esfuérzate por aprenderte sus nombres, que sientan que te interesas por ellas.

Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado. Jn. 13:34

  • No te restrinjas a las reuniones del ministerio. Planifica actividades fuera de la iglesia para conocerlas y desarrollar una amistad. Algunas actividades que te servirán para conversar y entretenerse al mismo tiempo: aprender juntas a elaborar un postre, confeccionar una prenda de vestir, hacer manualidades, etc. Esos momentos bajan las barreras y permiten crear una conexión que puedes aprovechar para llegar a sus corazones y hacer crecer la confianza para ayudarlas y reenfocarlas hacia Cristo, cuando sea necesario.
  • Identifica a las nuevas creyentes. Es necesario discipular a las que son nuevas en la fe, enseñándoles cómo vivir el Evangelio, respondiendo sus inquietudes, estudiando la Palabra juntas, orando y dándoles oportunidades para que ellas puedan servir y evangelizar a otras.

  • Conéctalas con el ministerio de mujeres. Si tu iglesia tiene actividades para mujeres, motívalas a asistir e involucrarse en los retiros, charlas y reuniones de oración. Esto las ayudará a no sentirse como un grupo aparte y podrán compartir y ver modelos de mujeres adultas, piadosas, que respetan a sus esposos y aman a sus hijos, proveyendo una oportunidad para entablar lazos de amistad y mentoría.

Las ancianas… que enseñen a las mujeres jóvenes a amar a sus maridos y a sus hijos, a ser prudentes, castas, cuidadosas de su casa, buenas, sujetas a sus maridos… Tito 2:3-5

  • Involucra a las madres en la oración y el discipulado de sus hijas. El llamado principal a instruir a los hijos en el temor de Dios corresponde a los padres. Por esto, su involucramiento es de vital importancia. Es de gran ayuda y estímulo contar con un grupo de madres orando pues ellas son quienes más conocen a sus hijas.

Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes. Dt. 6:6-7

  • Sé vulnerable. No presentes la pantalla de una espiritualidad que no tienes. Con una falsa fachada de alguien que no comete errores, les harás pensar que solo ellas luchan con el pecado y no les darás la oportunidad de identificarse con tus debilidades para que vean cómo el poder de Dios es el que obra en tu vida. Al final, la gloria debe ser de Dios y no nuestra.

No a nosotros, oh Jehová, no a nosotros, Sino a tu nombre da gloria… Sal. 115:1

  • Aférrate a la cruz. Por último, no te desanimes si no cumples con cada una de estas recomendaciones. La verdad es que estos consejos mencionados me confrontan porque no puedo decir que he cumplido todo a cabalidad. Por eso, me aferro al sacrificio de Cristo en la cruz, que me limpia de todo pecado, Le llevo mis faltas y prosigo hacia adelante, sostenida por Su fuerza y gracia que me capacita para llevar a cabo Su obra. No esperes ser perfecta para servirle, somos mujeres ordinarias, sirviendo a un Dios extraordinario.

Así también vosotros, cuando hayáis hecho todo lo que se os ha ordenado, decid: “Siervos inútiles somos; hemos hecho sólo lo que debíamos haber hecho.” Lc. 17:10

Angélica es diaconisa en la Iglesia Bautista Internacional, está casada con el pastor Joel Peña, encargado del Ministerio de Vida Joven de su iglesia, donde Angélica sirve junto a su esposo. Es madre de dos pequeños, Samuel y Abigail.

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