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Por Aixa de López

Miren, dentro de mi kit de virtudes, Dios escogió no incluir “ la buena ubicación”.  Puedo ir diez veces al mismo sitio y de cualquier manera necesitar guía ¡Alabado sea el Señor porque vivo en la era del Waze! No saben cuántas veces en medio de mis oraciones he agradecido al Señor por ese invento –en serio-. Muchas veces pienso que quien lo monitorea en algún lado del planeta, se está riendo mientras lo uso porque me engaña diciendo que tomará veinte minutos y realmente serán cuarenta; no es que sea un hobby eso de depender del Waze… es que sin él simplemente me pierdo. En otras palabras: mi triste condición desubicada me impide olvidar que necesito ayuda para llegar a dónde debo. 

¿Cómo olvidarlo?

Si me preguntan ¿Cómo recordar el evangelio constantemente?  Les diré que hagamos un ejercicio y formulemos la pregunta de manera diferente:  ¿Cómo olvidar lo que necesito?  Así como no tengo que forzarme a recordar que soy desubicada, ya que en cada trayecto necesito asistencia para alcanzar mi destino, me doy cuenta que la inclinación de mi corazón es tal cual se describe en Romanos 3, tiende al mal. Tú y yo somos iguales.

 Si no me crees, haz un recuento rápido de tus últimos tres o cuatro días: ¿Cuánto comiste, dijiste, pensaste, hiciste (o no hiciste) que no debías? Y aún cuando vamos “bien” corremos el riesgo de creer que es por nuestra habilidad y enorgullecernos… así que, sí, tú y yo necesitamos recordar a cada momento el evangelio.

Reconoce tu condición

Somos pecadoras esa es la primera parte del evangelio, y es evidente cada día. Pero esta realidad nos coloca en el lugar perfecto para recibir la segunda y mejor parte:  Cristo vino por pecadores. Imagina que yo viviera en negación acerca de mi falta de talento para encontrar mis destinos y rehusara usar la ayuda disponible… perdería muchísimo tiempo y gasolina. ¡Lo mismo al ignorar nuestra condición pecaminosa que trata en sus propias fuerzas! pierdes la enorme oportunidad de gozarte en la más bella y liberadora verdad: Cristo vivió la vida que tú no podías vivir y la entregó en tu lugar para reconciliarte con el Padre y hacerte hija.

Lee la Biblia con otros lentes

Yo solía leer la biblia muy mal… por partecitas y creyendo que se trataba de mí y de lo que yo debía hacer para ser aceptada por Dios. Naturalmente, esto traía carga. En realidad, la Biblia es una gran historia de redención. Vemos  claramente página tras página nuestra naturaleza corrompida y rebelde pero la incansable e invencible gracia de Dios que nos persigue y gana. Esto lo cambia todo, porque sin importar qué está pasando en mi día, abrir la Escritura me recuerda que escondida en Jesús, quien cumplió perfectamente toda la ley, Dios me aprueba y sigue trabajando en mi vida hasta que llegue el día cuando en un cuerpo glorificado lo adoraré sin rescoldos de pecado en mí. (Te recomiendo muchísimo leer Mujer de la Palabra de Jen Wilkin).

Rodéate de quienes te hagan recordar lo que Jesús hizo

Dios te colocó en dónde estás para ser luz, así que ama y sirve a todos. Pero sé intencional en las amistades que cultives y las conversaciones que sostengas. Busca personas que amen al Señor y te recuerden con su vida y  palabras, que Jesús  vivió y resucitó y que Su Espíritu te guía a toda verdad. 

Dios ama, recuerdátelo 

A medida que leas tu Biblia, podrás notar la gran ternura y paciencia de Dios para con los seres humanos rebeldes y duros. En el Antiguo Testamento lo vemos instituyendo fiestas que les recordarán de dónde los sacó, recordando su amor y fidelidad:

“Toda familia, y cada provincia y ciudad, debía recordar y celebrar estos días en cada generación. Y estos días de Purim no debían dejar de festejarse entre los judíos, ni debía morir su recuerdo entre sus descendientes.” -Ester 9:28 

En el Nuevo Testamento lo vemos instaurando la Santa Cena, para recordar el cumplimiento de todas sus promesas en el sacrificio de Jesús y para poner la mirada fija en que pronto regresará. También leemos las cartas de los apóstoles, explícitamente diciendo “recuerden… recuerden… recuerden…” porque Dios sabía que no sólo su pueblo en ese entonces lo necesitaría. Mira a Pedro en su segunda carta: 

Por eso siempre les recordaré estas cosas, por más que las sepan y estén afianzados en la verdad que ahora tienen. Además, considero que tengo la obligación de refrescarles la memoria mientras viva en esta habitación pasajera que es mi cuerpo; porque sé que dentro de poco tendré que abandonarlo, según me lo ha manifestado nuestro Señor Jesucristo. También me esforzaré con empeño para que aun después de mi partida ustedes puedan recordar estas cosas en todo tiempo.
2 Pedro 1:12-15.

Aixa de López, nacida y establecida en la ciudad de Guatemala. Esposa del pastor Alex López desde el año 2000 y madre de Ana Isabel, Juan Marcos, Evy y Darly Alejandra; 2 por biología, 2 por adopción, todos por gracia y ninguno como plan B. Puedes seguirla en Facebook, Twitter y en su Blog.

One Comment

  • Lucy Ordaz dice:

    Me encanta la manera que nos haces recordar de dónde venimos; no olvidar nuestro origen nos dejará llevar más seguro nuestro actual caminar con Jesús y podremos ver más claro y cercano el momento que en el futuro nos aguarda para estar con El.
    Gracias Aixa!

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