Skip to main content

Completa

Por Mirna Espinoza

Una y otra vez he sido bombardeada, he visto y escuchado a mi alrededor, en redes sociales y en reuniones casuales, que soy suficiente. Que no me conforme con lo que tengo, que luche porque yo lo valgo, que yo no tengo un estándar que llenar, sino que supero todos. Constantemente el mensaje; que no necesito a nadie, que deseche a quienes me lastiman y que sepa que si yo me amo a mi misma, eso basta.

¿Qué pasa cuando esto no es así? ¿Cuándo me veo al espejo y me veo a mí? ¿Cuándo lo que veo no es lo que quiero? Porque en muchas ocasiones me he sentido así. ¿Qué pasa cuando digo algo que lastima, que daña, que rompe? ¿Qué hay cuando fallo? Porque lo he hecho en un sinfín de ocasiones. ¿De verdad soy suficiente? Viendo mi realidad y mi corazón, no lo soy.

Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles; No hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno. Romanos 3:12

Qué gran carga asumir que mis imperfecciones, mis abusos y mis pecados contra Dios, contra otros y contra mi, son correctos solo porque yo lo pienso, porque “soy suficiente”.

A veces me siento culpable cuando me veo al espejo porque lo que veo no me gusta o no me parece valioso. Otras ocasiones el “soy suficiente” no me alcanza, porque aseguran que tengo que considerarme hermosa todo el tiempo y que no necesito a nadie. Pero la verdad es que no me siento así. Todo esto revela que tengo un estándar muy alto de mí, una gran expectativa que llenar y mucha inconformidad.

Qué enorme responsabilidad pensar que yo soy lo que yo digo de mí. Aunque muchas veces, es verdad, porque yo veo cosas en mí que nadie más ve, que nadie más conoce. Pero entonces ¿Debería aceptar y amar lo que está mal en mí? Yo lastimo a otros y aun a mí y no quiero que eso sea parte de lo que me define.

Su boca está llena de maldición y de amargura. Sus pies se apresuran para derramar sangre; Quebranto y desventura hay en sus caminos; Y no conocieron camino de paz. No hay temor de Dios delante de sus ojos. Romanos 3:14-18

Quisiera que hubiera algo que me hiciera diferente, que mi apariencia o mi estándar de bondad no fuera lo más importante. Anhelo que no dependa totalmente de mí, que mi valor fuera la carga de alguien más. Deseo no tener que esforzarme por ser la mejor, no tener que demostrar mi inteligencia o mi impecable apariencia. Simplemente no tener que pelear por mi propio valor. ¿Será que alguien pueda luchar por mí? ¿Alguien que me dé un valor más supremo del que yo puedo conseguir por mí misma?

Esto ya es una realidad. Aunque muchas veces no lo crea ya existe sin dudar. Por más que me esfuerce, piense y me peine, ni el maquillaje, ni el peso ni mis obras darán valor a mi corazón. Lo que yo valgo no proviene de mí. Parece confuso pero es real y es una carga que no tengo que cargar. No depende de mí.

Porque tú formaste mis entrañas; Tú me hiciste en el vientre de mi madre. Te alabaré; porque formidables, maravillosas son tus obras; Estoy maravillado, Y mi alma lo sabe muy bien. Salmos 139:13-14

Mi valor proviene de un mejor lugar, uno que nunca va a fallar. Viene de mi creador que con unas manos amorosas y gentiles, crearon todo lo que en mí hay.  No tengo la fuente de mi propio valor o creatividad. Las manos del artista no son mías sino de Él. No creé mis pulmones, mis ojos o mi nariz, un Creador majestuoso, ingenioso y amoroso lo hizo por mí. Sin embargo, yo no amé esas manos.  Me corrompí, siguiendo mi propio plan, buscando belleza lejos de Él.  Belleza pasajera, que es falsa y que pronto terminará, belleza que me aleja de mi mayor bien, mi Dios. Se hizo feo algo que va más allá de mi apariencia, se hizo feo mi corazón.

Pero ahora mi belleza y valor vienen de las mismas manos, las manos que me crearon, las manos que amaron. Unas manos que fueron clavadas inocentemente en una cruz, una cruz sencilla, una cruz perfecta, y todo por amor. Una cruz dulce para encontrar al perdido, revivir al muerto y dar valor a la que no lo tenía. Si mi valor dependiera de lo que yo pienso de mí, sería muy poco, barato e irrelevante. Pero cuando a mi corazón le pongo el peso de mi Salvador, ya no soy yo quien vale sino es Él en mí.

Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, más vive Cristo en mí: y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó, y se entregó a sí mismo por mí. Gálatas 2:20

No soy valiosa, importante, amada por mí, o por lo que hago, pienso, o siento. No son mis obras, ni mis méritos, sino los de Él. Puedo reconocer mis errores sin temor a perder mi valor. Ahora resalta y brilla lo que me hace valer, que es estar en Él. Al reconocer que soy imperfecta, permito que brille Su perfección. Al reconocer que yo no soy suficiente puedo libremente decir que ¡ÉL SÍ!

Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré mas bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo. 2 Corintios 12:9

No necesito likes, no necesito seguidores, no necesito fans, no necesito pretendientes. Puede parecer que a veces la vida se trata de esto. De la cantidad de gente que me mira y admira. Pero todo esto es vano y pasajero.

¿Qué tal si en lugar de buscar nuestro valor en lo finito lo encontramos en lo infinito? En Aquel que dio su belleza y se llenó de nuestros pecados, aun sin haber cometido uno. Finalmente nos podemos encontrar en el amor perfecto que hace que no necesitemos nada más. Él si es suficiente todo el tiempo hasta la eternidad.  No lo siento así a veces, más de lo que quiero reconocer. Pero eso no importa, porque es real a pesar de mi.

Porque en Él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad, y vosotros estáis completos en Él, que es la cabeza de todo principado y potestad. Colosenses 2:9-10

Mirna Espinoza, una joven soltera. Sirve al Señor en la ciudad de Guatemala con jóvenes y niños. Busca que a través de sus escritos se toquen temas en los cuales muchos puedan sentirse comprendidos y sobre todo que conozcan más del amor, gracia y misericordia del Señor.

2 Comments

Leave a Reply

Hit enter to search or ESC to close