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Por Bredka Llanes de Bernardo

Ponte cómoda, respira y ahora piensa en todas las cosas de las que te has quejado hoy. Analiza ¿Cuáles son las quejas constantes en tu vida? 

Quejarnos es lo opuesto a agradecer, ya que centra los acontecimientos en nosotros, nos coloca como protagonistas, nos nubla la visión de Dios y nos aleja de reconocer su soberanía.

Cuando nos quejamos vamos trazando un camino a la incredulidad, para luego instalarnos en la idolatría, sin darnos cuenta. Como le pasó constantemente al pueblo de Israel.

La Biblia es nuestra guía suprema, nuestra máxima autoridad para cualquier asunto. Es la Palabra la que escudriña nuestros corazones y discierne nuestros pensamientos. (Hebreos 4:12)  

Pablo hablando de la nación hebrea, menciona en 1 CORINTIOS 10: 6-11Más estas cosas sucedieron como ejemplos para nosotros… para que no codiciemos cosas malas…. Ni seáis idolatras…ni forniquemos…ni tentemos al Señor…. Ni murmuréis…  Y estas cosas les acontecieron como ejemplo, y están escritas para amonestarnos a nosotros

Así que aprendamos nuestra lección: (Éxodo capítulos 4-15 y Números capítulos 11-21)

Ahí estaba la nación de Israel, con las manos libres de esclavitud y llenas de tesoros egipcios.  Habían anhelado este momento por generaciones. Dios desplegó gloria, Dios mostró poder, EL YO SOY, tenía un pueblo. 

El agua se convirtió en sangre, la tierra en piojos, ranas llenaron las casas, moscas aturdieron a todo un país, los rebaños morían, ulceras cubrieron la piel de personas y ganado, ejércitos de insectos acabaron con toda planta, cayeron bolas de hielo del cielo, hubo oscuridad tres días… Y el primogénito de cada familia había muerto. Dios desplegó gloria, Dios mostró poder, EL YO SOY, tenía un pueblo. 

Todo un nuevo comienzo por delante. Suena maravilloso. ¿Cómo no confiar en este DIOS GLORIOSO y PODEROSO para el resto del camino? Tristemente no fue así, la queja apareció. Las maravillas de Dios se volvieron insuficientes para saciar corazones incrédulos. 

El pueblo se quejó: del calor, del camino, del mar, de la comida, del agua, del enemigo, de los líderes, y hasta de la tierra prometida.

Esta gloria que había llenado sus ojos debió haber llenado su corazón de fe, de asombro de confianza de que tenían dueño. Ese mismo YO SOY, EL TODOPODEROSO.

Y antes de que comencemos a menear nuestras cabezas en desaprobación, recordemos, como dijo Pablo estas cosas están escritas para nuestro ejemplo y amonestación. Vuelve a pensar en tus quejas cotidianas y ahora acompáñame a recorrer el camino que Dios ha trazado para nuestra eternidad.

Quizás no hemos sido testigos de plagas que destruyan a nuestros opresores, jamás hemos visto el mar abrirse para formar un camino, nunca hemos salido a recoger comida que cae del cielo a nuestro jardín, o ver una roca que saca agua para saciar nuestra sed, ni hay una nube constante para cubrirnos y guiarnos. Pero hemos sido beneficiados de algo más grande, JESÚS mismo, Emanuel, la roca, el maná del cielo, el cordero inmolado que tomo nuestro lugar. Dios por medio de Jesús abrió un camino a Él, para hacernos suyos.

¿Cómo no confiar en este DIOS GLORIOSO Y PODEROSO para el resto de nuestro camino? Cada queja en nuestra vida es una evidencia de que olvidamos a quien pertenecemos. Cada vez que agradecemos por algo grande o pequeño es una oportunidad de llenar nuestro corazón de asombro y fe.

Te invito a que tomes tu queja, y la destruyas. La veas desde otro ángulo y agradezcas. Cada situación inesperada, cada cambio de planes, cada persona difícil en tu vida, cada incomodidad en tu camino, todo te ha sido enviado por un Dios bueno y poderoso. Tu Padre celestial, quiere más que tu comodidad en esta tierra, quiere que te parezcas más a Aquel del cual llevas la justicia puesta, Jesús. 

Nuestra vida debe ser un flujo continuo de agradecimiento, que no da lugar a que la queja reine.

“Si agradeciéramos a Dios por todas las bendiciones que recibimos cada día, no nos quedaría tiempo para quejarnos.” Charles H. Spurgeon.

Bredka, es una esposa y mamá ordinaria que vive asombrada por la gracia de Dios. Le apasiona leer, estudiar, meditar y enseñar la Palabra de Dios. Radica en la Ciudad de México y hace escuela en casa con sus dos hijos varones.

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