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A los niños y a los bebés les has enseñado a hablar de tu fuerza… —NTV

SALMOS 8:2

«¡H ola! ¿Cómo estás?» «Bien. ¿Y tú?». A esta conversación se le podría calificar como un cliché, es decir, una frase o expresión que ha sido usada tanto que pierde su fuerza e incluso su veracidad. En las oraciones nos pasa lo mismo. Usamos un sinfín de clichés: «Padre nuestro», «te damos gracias», «te pedimos por la salud », «acudimos a ti en nuestra necesidad», «sabemos que tu voluntad es lo mejor».

La pregunta es: ¿realmente lo sentimos? Por eso los salmos vienen con tal frescura a nuestras vidas en los momentos de gozo y tristeza, pues los autores abren su corazón y se enfadan, gritan, patalean, lloran, se quejan, celebran, cantan, y ¡no usan clichés!

En el Salmo 8, por ejemplo, David alaba a Dios por la magnificencia de Su creación y reconoce el papel tan pequeño que tiene el hombre en todo ello. Aún más, nos recuerda que los niños y los bebés no usan clichés. Mi hijo oró cierto día: «Señor, te damos gracias porque todo está bien y todo está mal». ¿Una contradicción? ¡Una realidad en ese momento!

Que a través de los Salmos podamos acercarnos a Dios sin clichés, orando con sinceridad y con apertura como lo haría un niño. Que la honestidad de los Salmos guíe nuestras oraciones a una comunicación más real con Dios. (KOH)

Los Salmos son la música de Dios, inspirados y escritos para llevarnos a la gracia.

RAY STEDMAN

Un devocional de Un año con Dios (B&H en Español)

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