Skip to main content

Pasaje devocional: 1 Juan 4:7-10

En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados. 1 Juan 4:10

Una de las primeras enseñanzas que recibí en la escuela bíblica dominical, apenas a los cinco años de edad, fue que Dios es amor. Esta enseñanza no la he podido olvidar jamás, la he experimentado y vivido, la he enseñado y predicado desde muy joven. El mundo carnal, con su visión relativista, ligera y egoísta del amor, ha tergiversado y mal entendido esta palabra, al grado de tener que hacer una explicación previa siempre que hablamos de ella. Porque para el mundo carnal hay varias clases de amor (debiera de haber solo una), aquí estamos hablando del amor de Dios (ágape), que es santo, bueno, justo, y perfecto.

El primer fruto del Espíritu es el amor. Al recibir el amor de Dios, viene consigo el amor al prójimo. El amor hacia los hermanos es señal de la presencia de Dios en nuestro corazón. Aprendemos a amar, cuando conocemos a Dios y en tanto más nos ejercitamos, practicamos y desarrollamos su amor, más nos acercamos a Él. Por el contrario, el que no ama, no conoce, no ha conocido a Dios, ni ha nacido de Él. La gran prueba de que Dios nos ama, es que envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados. En esto consiste el amor de Dios, el cual es siempre amplio en perdonar. Dios nos ama, no por lo que somos, sino por lo que Él es. Dios muestra lo que Él es, por lo que hace. Por su infinito amor envió a su Hijo para darnos vida y fue propicio (favorable) a nuestra condición de muerte. Él tomó la iniciativa al manifestar su amor y nosotros le amamos a Él porque Él nos amó primero.

Si Dios habita por la fe en nuestros corazones y Él es amor, tenemos su amor en nosotros para poder amar a nuestros semejantes. Si ponemos nuestra confianza en Cristo, no tenemos que sufrir el castigo de nuestros pecados. ¡Bendito sea el Señor!

Meditemos y oremos para que nuestros pensamientos, palabras, acciones y decisiones, reflejen el amor de Cristo.

Un devocional de Revista Quietud

Leave a Reply

Hit enter to search or ESC to close