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Pasaje devocional: Juan 13:1-17

Porque ejemplo os he dado, para que como yo os he hecho, vosotros también hagáis. Juan 13:15

La noche antes de su muerte Jesús dio sus últimas instrucciones a los doce apóstoles a fin de prepararlos para los sucesos finales de su ministerio terrenal. Para su sorpresa, Jesús agarró una toalla y una palangana de agua, comenzó a lavarles los pies y luego les dijo: “Pues si yo, el Señor y el Maestro, he lavado vuestros pies, vosotros también debéis lavaros los pies los unos a los otros” (v. 14). ¿Era esa la enseñanza del día, lavarse los pies unos a otros? ¿Se imagina usted lo que estaría pasando por la mente de los discípulos? Yo estaría confundida, pero no Jesús. Él sabía que su misión en la tierra estaba por terminar, pero su misión redentora descansaría en los que Él había escogido y preparado, en la iglesia que Cristo habría de establecer para llevar el evangelio de salvación. Por eso Cristo no tiró la toalla. Al contrario, la tomó, junto con el agua cristalina de su amor y comenzó a limpiar pies y manos, corazones y mentes, pueblos y personas… hasta lo último de la tierra.

Y el lavamiento continúa… porque la iglesia redimida por la sangre de su Maestro seguirá extendiendo el reino de Dios, con un espíritu de amor, humildad y servicio, quitando la inmundicia, no con agua ni toalla, sino con el mensaje de la gracia redentora de Cristo Jesús. ¡A Él sea la gloria!

¡Maestro, gracias por lavarme en tu sangre!

Un devocional de Revista Quietud

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