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Por Mirna Espinoza

Navidad no son familia y amigos, después de la cena se van todos a sus casas a dormir. Si navidad fueran regalos, nada duraría, serían todos entregados, destapados y ya ninguna sorpresa aguardaría. Navidad no es decoración, luego de un mes completo de estar encendidos, los foquitos quemados están y un par de bombitas que colgadas se encontraban ahora decoran el suelo porque se cayeron un par de días atrás. Por eso navidad no puede tratarse de eso, navidad debe ser algo más. Debe tener un significado más profundo, debe haber algo que pese para justificar los abrazos y las risas que se dan en todo el mundo. Navidad va más allá de una noche, Navidad es más importante que la familia, la comida y los regalos.

Navidad, un día especial, las luces en el cielo y los abrazos celebran algo. Me pregunto, ¿realmente sabemos por qué nos abrazamos a media noche? Y si esa no es tu tradición, es indudable que el 25 de diciembre existe un ambiente de celebración. Pero ¿por qué? es un día importante, un día en donde muchas familias celebran de manera similar. ¿Pero qué? ¿Cuál es el motivo de esta celebración?

Lo que se celebra, en algunos corazones, es que un día todo cambio, un mundo oscuro sin rumbo de repente tuvo luz, que la esperanza vino en un bebé, un bebé que se llamaba Jesús. No sabemos si realmente fue ese día, no hay un calendario exacto que lo describa pero sí podemos saber su significado, sí podemos saber que un día pasó.

Navidad significa nacimiento. Nacimiento, y uno muy importante, nacimiento de un bebé y en ese momento, simultáneamente, también el alumbramiento de amor, paz, esperanza, misericordia, gracia y un inmenso amor. Esa noche, en la que nació el Salvador, las luces no estaban en el cielo sino que en un pequeño establo de Belén. Quien pasaba al lado de ese pesebre sin prestar atención, pensaría que no era nada impresionante, nada importante y algo sin valor. La verdad es que lo que sucedía en ese lugar no eran muchas luces de colores en el cielo, no era un show, pero sí era la luz más potente que alumbraría cada corazón. 

Era una luz resplandeciente, que acabaría con la oscuridad para siempre, oscuridad que por cuenta propia decidimos obtener, decidimos apagar todas las luces hasta quedarnos sin ver. Pero esa luz, traería de vuelta lo perdido, restauraría lo arruinado, resucitaría lo muerto y nos permitiría ver. Podríamos ver, esa luz resplandeciente, cuyo nombre es Emanuel. 

He aquí, una virgen concebirá y dará a luz un hijo, Y llamarás su nombre Emanuel, que traducido es: Dios con nosotros. Mateo 1:23 

Emanuel, Dios con nosotros. ¿Vemos realmente la belleza de ese nombre? ¿Sabemos Quién es Dios, lo vemos en las montañas, en los mares, en las estrellas y en toda la creación? Dios quien hizo que nuestros corazones palpitaran sangre a todo el cuerpo, los pulmones, las neuronas, y todo nuestro ser. ¿Vemos su inmensidad? Bueno, ese Dios decidió nombrarse a sí mismo Emanuel, decidió estar con nosotros, y ese día que se puso el traje hecho de piel, cabello y ojos humanos, ese día que dijo que sería Dios con nosotros, sería el comienzo de una vida de 33 años, en donde cumpliría la promesa que había sido anunciada mucho tiempo atrás, una promesa que no duraría años sino una eternidad. Emanuel, no solo por el tiempo que estuvo en la tierra, sino también porque después de su caminar y su sacrificio nunca volveríamos a estar sin Él.

Una promesa vino a cumplir, Navidad significa nacimiento, pero para quienes sabemos el final de la historia sabemos que no solo se queda en Navidad, sino que el principio, el medio y el final de la historia siempre va a ser Emanuel. 

Pero yo siempre estoy contigo, pues tú me sostienes de la mano derecha. Me guías con tu consejo, y más tarde me acogerás en gloria. ¿A quién tengo en el cielo sino a ti? Si estoy contigo, ya nada quiero en la Tierra. Podrán fallecer mi cuerpo y mi espíritu, pero Dios fortalece mi corazón; él es mi esperanza eterna. Salmo 73:23-26

Mirna Espinoza, una joven soltera. Sirve al Señor en la ciudad de Guatemala con jóvenes y niños. Busca que a través de sus escritos se toquen temas en los cuales muchos puedan sentirse comprendidos y sobre todo que conozcan más del amor, gracia y misericordia del Señor.

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