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Cercano está Jehová a los quebrantados de corazón;
y salva a los contritos de espíritu.
S A L M O S 3 4 : 1 8

El padre de Mary tiene alrededor de 85 años. Él es un hombre de la marina estadounidense que sirvió en el ejército durante algunos de los tiempos más oscuros de la historia moderna. A pesar de todo, él es un hombre de la marina y siempre está entusiasmado por contarte sobre sus experiencias sirviendo a su país. Su forma de hacer esto es a través de la narrativa. Él no es un hombre de muchas historias, pero cuenta sus historias personales con tanto vigor que uno pensaría que es la primera vez que la cuenta.

Para él, siempre se ha tratado de tomar café. Él no dudará en decirte que no quiere crema en su café. Como dice usualmente: «Yo trabajé en el cuarto de máquinas… demasiado caliente para agregar crema», y con un guiño añade: «Pero nunca está demasiado caliente para tomar café». Para ser honesta, probablemente dice esa oración cada dos días y, sin embargo, las personas lo escuchan con respeto, mientras él habla sobre su vida. Verás, ese fue el año en el que el papá de Mary enviudó. Su esposa de casi 60 años partió con el Señor, y el padre de Mary comenzó a declinar mentalmente. Mary se preocupaba a diario por esto. Ella se preguntaba si él había tomado su medicina e incluso se preocupaba porque no sabía si su padre había recordado ir a la cafetería a comer. Evidentemente, cuando se trataba de su padre, ella rara vez hablaba con un semblante de paz. Su voz siempre parecía temblar cuando comenzaba a hablar sobre él.

Unos años después su padre partió con el Señor. Eso fue algo que la destrozó. Se sentía sola y tentada a convertir ese lamento en enojo. Sin embargo, algo que siempre recordaba era el tiempo de la cena. Después de que su madre compartía una comida con su esposo, usualmente disfrutaban de un pequeño postre y él siempre pedía café. Cuando ella preguntaba si quería café, él respondía: «Hace mucho calor para agregar crema, ¡pero nunca hace demasiado calor para tomar café!». Al recordar esto, Mary sonrió y por primera vez se dio cuenta de la paz que traía el saber que su padre estaba en la presencia del Dios Todopoderoso que conoce perfectamente bien la historia del café de su papá, pero está atento a escucharla de una sierva que ha sido buena y fiel.

Muchos de nosotros permitimos que el dolor atraviese el velo de la preocupación. Hacemos esto para que cuando tengamos dolor, sintamos que de alguna manera nos hemos preparado para él. En lugar de permitir que el dolor viva en nuestros corazones, debemos reemplazarlo con el gozo de saber que todo lo que sucede es para la gloria de Dios.

AYÚDA ME A ABRAZAR LOS MOMENTOS DE GOZO
EN LA VIDA. AYÚDAME A PODER VERLAS ETAPAS

QUE ME HAS DADO, RECORDAR EL GOZO DE
ESAS ETAPAS Y RESPONDER EN GRATITUD.

Un devocional de 100 días de gozo (B&H en Español)

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