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[PASAJE DEVOCIONAL: GÁLATAS 4:1­7]

Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo, también heredero de Dios por medio de Cristo. (Gál. 4:7)

Ritos, rúbrica, reglas y regulaciones gobiernan el mundo de la religión. Las leyes de Moisés, las cinco columnas del islam, el camino de ocho vías del budismo y el legalismo de un cristianismo secular sin Cristo. Hay un mundo de diferencia entre ser esclavo de un sistema y ser miembro de una familia.

La familia amorosa ofrece y afirma un espíritu de aceptación y cariño. Reunirse con una familia así no es una obligación, sino una celebración. Este es el verdadero Cristo, un Cristo risueño y feliz que atrae a niños y pecadores. Un Cristo lleno de vida y color, no el Cristo gris que pintan y sirven algunos que se llaman cristianos que viven un calvario sin domingo.

El evangelio es buenas nuevas al extremo: el esclavo es adoptado y recibe la herencia inmediata de parte de un Padre amoroso que nunca muere. Esta herencia transforma nuestra muerte a vida. Llegamos a conocer cosas que sobrepasan el entendimiento. Una paz y un gozo que no están a la merced del ambiente porque proceden del cielo. Esta es la fe que vence al mundo. La religión es buena, pero Jesús ofrece algo que supera los vínculos religiosos; ofrece los lazos de una familia.

Jesús ofrece algo que supera las campanas y las velas de un templo; Él ofrece las melodías y el calor de un hogar. Nos da más que un sistema teológico o espiritual; Él se ofrece a sí mismo. Él no te invita a Su consultorio, sino a Su hogar. El reino de los cielos es un hogar, el Rey de los cielos es un Padre y los súbditos del cielo son hijos adoptados por gracia y amor. Este favor inmerecido es la bendita esperanza del esclavo que anhela ser liberado.

Acepta la bondadosa invitación. Sé libre en
el nombre de Cristo y deléitate en la herencia
de una hija adoptada por Dios.

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