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Miqueas 5:4

Y él se levantará para dirigir a su
rebaño con la fuerza del Señor y
con la majestad del nombre del
Señor su Dios… —NTV

A mi mamá le gustaba criar cerdos. Una marranita podía tener hasta diez marranos. Mi mamá les ponía nombre a todos, y yo admiraba cómo reconocía a cada uno de ellos. «El de la franja es Ford, la más chiquita es Petunia, el broncudo de allá es Porky».

En la profecía de Miqueas, después de pronunciar el lugar del nacimiento del Mesías, es decir, Belén, se describe al Señor como un Pastor. Jesús es ese pastor que nos cuida y nos reconoce.

Cuando veo un tour de japoneses, los veo casi iguales a todos. No así nuestro Cuidador, quien como Pastor reconoce a cada oveja. «La del cabello hermoso es Yola, y ahí está Fer, quien quedó huérfana desde pequeña». Así el Señor nos va guiando hacia los delicados pastos cuando nos queremos desviar. Sentimos los golpes de la vara que nos regresa al camino correcto.

Dice el himno: «Señor, Tú me llamas por mi nombre, desde lejos, cada día Tú me llamas». ¿Puedes imaginar tu nombre pronunciado con Sus labios y el sonido de Su voz? No vivas como una ovejita perdida y solitaria. Acude cada día a Su llamado. Eres parte de un feliz rebaño. Cuando el Señor es tu Pastor, nada te falta.

El Buen Pastor, al verme, perdido e infeliz, llegando a donde estaba, me trajo a Su redil. Y al ver que Cristo me salvó, el cielo entero se alegró.

ADONIRAM J. GORDON

Un devocional de Destellos de esperanza (B&H en Español)

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