Skip to main content

Por Bredka Llanes

Bienaventurados los que son llamados a las bodas del Cordero.
Apocalipsis 19:9

Si tu nombre está en el libro de la vida, si Cristo ha pagado por tus pecados, tú estás en la lista de invitados. Tienes un lugar en la mesa del evento más esperado de los siglos. El momento en que la humanidad esté en comunión perfecta con el creador del Universo. Sentados en la misma mesa. Una mesa llena de las bondades de Dios. Pues la bondad misma es quien convoca. Ningún invitado compró su lugar y mucho menos lo ganó. Los que algún día fueron enemigos, estarán sentados a la mesa como hijos.

Compartiremos el pan y el vino con Aquel que fue molido (como pan) y derramó su sangre (como vino) para cubrir nuestras transgresiones. Un reino que se abrió para nosotros porque Dios extendió Su hospitalidad a la humanidad.

En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros.
Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis.
Juan 14:2-3

Espero que esta imagen te impulse a hacer lo mismo. Ser hospitalarios es un distintivo del reino al que pertenecemos. Nos apunta a la eternidad y nos recuerda que somos extranjeros y peregrinos en esta tierra. 

La hospitalidad está presente por toda la Biblia, desde Génesis Dios ofreció un jardín lleno de olores, sabores y colores, hasta Apocalipsis donde Dios convoca a la mesa a todos sus redimidos. El evangelio está envuelto en hospitalidad. La siguiente ocasión que leas los evangelios abre los ojos a todos esos eventos en donde las enseñanzas de Jesús se daban alrededor de una mesa o en una fiesta (en las bodas de Caná, en casa de Mateo, en casa de María y Marta, de Zaqueo, la cena en el aposento alto, y cuando resucitó Jesús preparó peces y panes para sus discípulos).

Hospitalidad es abrir un espacio en nuestra casa, en nuestra mesa y en nuestro corazón para alguien más. Es propiciar un lugar de descanso y gozo para otros. Jesús es el descanso y gozo eterno. Por eso ser hospitalarios no es solo imitar a Jesús es mostrar quién es Él. 

Empieza en tu casa, con los tuyos. Cada comida no es solo una actividad que checar en la lista, no es como cargar batería o poner gasolina a tu cuerpo, es una oportunidad de servir, de mostrar el reino y de propiciar conversaciones con enseñanzas y valor eterno. Tienes esta oportunidad todos los días, tres veces, úsala sabiamente. Traten de sentarse juntos a la mesa, que tu esposo e hijos se sepan esperados y deseados, seguros de que tienen un lugar. Cada comida puede ser un momento santo. 

En la mesa no solo compartimos el pan, compartimos vida.

Saca los manteles largos, los platos bonitos, las recetas deliciosas, pon flores, sé generosa y que cuando tengan invitados solo sea una extensión de lo que se vive siempre en tu casa, y no que los tuyos se sientan también como invitados. Con esto no quiero decir que son las cosas las que hacen los momentos, no tienes que tener platos lujosos ni ingredientes caros. Pero si un corazón generoso que está pensando en el bien de los otros y no únicamente en la practicidad de limpiar. La hospitalidad tiene que ver más con un corazón abierto que con una mesa repleta.

Sé intencional. Empieza ya. ¿Qué necesitas? Simplemente hacerlo.
-Di sí a cualquier oportunidad de abrir tu casa y tu mesa.

Pregúntese como familia:
¿Cómo podemos usar nuestro hogar como plataforma para amar más?
¿Cómo podemos invitar o ayudar personas? 
¿Cómo podemos incluir personas en nuestra vida?

Cuando planees una actividad sea ir al parque, un museo, hornear etc.. Pregúntate ¿podemos incluir a alguien aquí?
– No solo invites a las personas con quien te sientes cómoda o más afín. 
– No invites para que te inviten, incluye a aquellos que no pueden recompensarte.
– No pienses que cada invitación tiene que ser un “gran evento” la hospitalidad es convertir tu casa en un lugar que está abierto siempre. 
-No pienses que la etapa en la que estás te impide ser hospitalaria, mejor úsala en favor.
¿Tienes hijos chiquitos? Invita a mamás con hijos chiquitos, ellas están igual que tú, o invita a solteras de tu iglesia aprenderán contigo, o ¿qué tal a las mujeres mayores que se animarán al aconsejarte? ¿Tienes hijos adolescentes? Llena tu casa de más adolescentes o vayan y sirvan a los adultos mayores, es fácil encontrar viejitos solos. ¿Tienes nido vacío? No recibas solo a tus hijos y nietos, invita a matrimonios jóvenes, a mamás con manos llenas. Cada etapa es única en oportunidades. 

-Involucra a toda tu familia en el proceso. Desde las ideas hasta la cocina. Pero hazlo con un corazón alegre y agradecido. Transmítelo con tu actitud el gozo de ser hospitalarios.

Ayuden a los hermanos necesitados, practiquen la hospitalidad.
Romanos 12:13

Practiquen la hospitalidad entre ustedes sin quejarse.
I Pedro 4:9

No se olviden de practicar la hospitalidad, pues gracias a ella algunos, sin saberlo, hospedaron ángeles.
Hebreos 13:2

Teología en acción:

Hace algunos meses visité a una amiga. Ella embarazada, y con tres hijos pequeños, me contaba como otra de sus amigas (también embarazada y con una hija de 2 años) recibiría en su casa, por varios días a 10 personas. Mientras la oía, me alarmaba, pensaba que  contaba la  historia para enseñarme: “la imprudencia de personas llegando a casas de mujeres embarazadas”. Mi sorpresa fue que me lo contaba, porque quería ayudar a su amiga. Dos embarazadas con manos y vientres llenos pensando y sirviendo a otros. Cuánto aprendí, fue un momento glorioso: Presencié la teología en acción de dos mujeres de fe.  

Bredka, es una esposa y mamá ordinaria que vive asombrada por la gracia de Dios. Le apasiona leer, estudiar, meditar y enseñar la Biblia. Radica en la Ciudad de México y junto con su familia son miembros de la Iglesia Semilla de Mostaza, Santa Mónica. Colabora como editora para este blog.

Leave a Reply

Hit enter to search or ESC to close