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Revolución Sexual

Nuestra situación actual

La revolución moral de nuestros días

“Si los fundamentos son destruidos; ¿qué puede hacer el justo?”

(Sal. 11:13)

Cuando David escribió este salmo, él estaba confiando ene el Señor y así debemos estar nosotros en medio de las grandes incertidumbres que vivimos. Hagamos una pausa y preguntemos.

¿Qué puede hacer el justo cuando los fundamentos morales que han sostenido la sociedad parecen desmoronarse?

¿Qué puede hacer el justo cuando las bases establecidas por Dios para el matrimonio son socavadas?

¿Qué puede hacer el justo cuando la sociedad quiere que el ser humano defina su identidad como hombre o mujer con base en sus sentimientos?

¿Qué puede hacer el justo cuando la violencia impera y la justicia falta?

¿Qué puede hacer el justo cuando naciones pos cristianas quieren movernos en esa dirección junto con ellas?

Creo que estas preguntas están en la mente de numerosas personas, ante la “revolución moral” que se nos viene encima.

El campo de batalla del enemigo es el corazón y la mente de nuestros hijos y usa la destrucción del núcleo familiar que hoy esta en rebelión.

El hombre se rebela contra su rol y no asume la responsabilidad de liderar su familia en lo espiritual. La mujer se rebela contra su rol de ayuda idónea, sometida a un esposo que lidera tanto en lo espiritual como en lo físico. Los hijos se rebelan contra los padres porque no hay autoridad espiritual en los hogares.

Por otro lado, las elites intelectuales liberales y los medios formadores de opinión le han vendido a esta generación la idea de que la homosexualidad es solo un estilo de vida alternativo, que el genero de una persona es una mera construcción social y cultural y no algo que la genética define, y que el matrimonio entre personas del mismo sexo es tan moral y estable como la unión conyugal instituida por Dios.

Esta es la hora de defender la verdad quizás como nunca antes, porque este es el tiempo ene que la verdad de Dios está bajo ataque como ningún otro momento. La iglesia fue designada como “columna y sostén de la verdad” (I Tim 3:15). Si la iglesia negocia la verdad nos quedaremos en la oscuridad y nos convertiremos en ciegos, guiando a ciegos. La iglesia es el micrófono a través del cual Dios ha hablado durante siglos, después de la muerte y resurrección de nuestro Señor.

Solo mediante una visión centrada en Dios podemos ver y reaccionar ante los cambios sociales de una manera bíblica que nos permita sostenernos en medio de la tormenta.

La ideología de género

Según nuestra sociedad, la biología no tiene nada que ver con la identidad de género. Pero el asunto no es tan sencillo como parece.

Para comprender cómo se determina el sexo de una persona, Debemos regresar a la genética y a la embriología. En el núcleo de cada célula hay genes con diferentes combinaciones de ADN  (ácido desoxirribonucleico),  las unidades hereditarias que determinan las características físicas de las personas y el funcionamiento de cada órgano.

Las diferentes combinaciones de ADN determinan las características de los seres humanos: el color de pelo, el tono de piel, o cualquier otro rasgo que marca la individualidad de la persona. En los humanos, hay 23 pares de cromosomas; 22 pares se conocen como autosomas y son iguales en el sexo masculino y en el femenino. El último par, son los que llamamos “cromosomas sexuales”. Aquí existe una diferencia: las personas femeninas tienen dos cromosomas X (XX) y las personas masculinas tienen un cromosoma X y un cromosoma Y (XY).

El sexo está determinado por el tipo de gen que el feto recibe de sus padres. El hijo o la hija recibe un cromosoma sexual de cada progenitor. La madre siempre donará  un cromosoma X y el padre puede donar un cromosoma X  o un cromosoma Y. Aunque el sexo queda determinado en el momento de la concepción, a partir de la sexta semana entrará en juego una proteína conocida como SRY. Si el feto es masculino esta proteína ocasiona la formación de los órganos masculinos y si está ausente, la formación de órganos femeninos. Así, la composición genética (genotipo) es lo que determina cómo un individuo luce y funciona (fenotipo).

Cuando una persona afirma sentirse más como el sexo opuesto al que su fenotipo demuestra entonces se habla de disforia de género. Ese individuo profesa sentimiento como si estuviera en el cuerpo del sexo equivocado, condición que se denomina “transexualidad”.

El término disforia de género también se utiliza para referirse a personas que sienten que su género no es exclusivo, estas personas alegan que son “bigénero”, se identifican con ambos géneros. También existen quienes se denominan “agénero”, porque sienten una ausencia de género o porque se consideran de un tercer género totalmente separado de los otros dos.  El pensamiento popular de hoy declara que el género es determinado en el individuo no por su genética, sino por lo que la persona “siente”.

A medida que la sociedad cambio, la humanidad se volvió más egocéntrica e individualista, llego a pensar que la verdad se establece para cada individuo según su propia opinión. Éste es el fruto del corazón engañoso del hombre que lo impulsa a creer que él siempre tiene la razón (Proverbios 21:2).

En nuestros días, la mayoría de las personas han llegado a pensar que la autorrealización es lo que trae la felicidad; esto se convierte en tierra fértil para la aceptación de algo como la ideología de género. Si la felicidad es un derecho y la verdad es relativa, entonces la tolerancia cualquier ideología será el resultado natural, con el consecuente rechazo de cualquier verdad absoluta.

Nuestro entendimiento de las diferencias entre el diseño de la mujer y el del hombre no constituye un concepto abstracto, sino una cosmovisión que determina como vivimos. Por esta razón el cristiano debe estudiar y entender este tema, ya que el mundo en el que existimos está confundido y cegado por el pecado, que empeora con los cambios culturales y morales que van in crescendo. Cada persona vive en concordancia con su concepción del mundo y del existencia (cosmovisión). Nuestro conocimiento de Dios, nuestro entendimiento de cómo Él nos creó y lo que hizo por nosotros se refleja en nuestras actitudes, nuestras acciones, nuestras relaciones, la forma en que educamos a nuestros hijos, nuestro comportamiento, nuestras expectativas, y en todas las demás áreas de nuestra vida.

Nuestra cosmovisión afectará no solo el futuro de nuestra vida cristiana, sino también el de nuestra familia. El señor posee la capacidad de transformar nuestras casa aunque no hagamos ningún esfuerzo, pero la mayor bendición sería que él nos usará para realizar ese trabajo en quien nos resultan tan cercanos.

Fragmento del libro “Revolución Sexual”  de Catherine Sheraldi de Núñez y Miguel Núñez

B&H Libros

 

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