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Pasaje devocional: Lucas 19:37-42

Diciendo: ¡Bendito el rey que viene en el nombre del Señor; paz en el cielo, y gloria en las alturas! Lucas 19:38

La historia de la llamada “Entrada Triunfal” del Señor Jesucristo a Jerusalén es ampliamente conocida. El Señor cumplió a cabalidad las profecías mesiánicas y cumplió en toda su extensión con el libreto de aquel drama imponente. Nada fue improvisado, todo estaba dispuesto y escrito por Dios desde antes de la fundación del mundo.

El Señor quería anunciar que Él era el Mesías prometido y con esa dignidad iba a entrar a la antigua ciudad de Paz: Jerusalén. Llegaría de forma voluntaria, para que con su muerte aquellos que creyesen en Él alcanzaran la vida eterna. Las multitudes lo recibirían con entusiasmo, precisamente, la palabra entusiasmo significa: “alegría que viene de Dios”.

La gente lo aclamó como rey, le rogaron por su salvación, esperando que Él los librara del poder imperial de Roma. Sin duda, eran sordos y ciegos en cuanto el ministerio del Señor y de los profetas que le antecedieron. Conocían las enseñanzas, milagros y maravillas del Señor y hasta planearon hacerle rey porque les daba de comer. Pero, no entendieron el plan redentor de Dios en la persona del Señor Jesucristo.

A la vista de la ciudad real, mientras la multitud reía, el Señor lloraba. Lloraba por todo el pueblo, porque lo rechazaban, por la dureza de sus corazones, porque no se arrepintieron ni pusieron su fe en el Mesías, el Hijo de Dios. El Señor vio proféticamente las tristes y fatales consecuencias de esa conducta.

La Biblia nos dice que el Señor Jesús amó a los suyos hasta el fin. Así también ama a todos los que hoy día le buscan con fe, poniendo a su alcance la paz eterna de Dios.

La narración de la entrada triunfal a Jerusalén del Señor Jesucristo puede ser para muchos solo eso, una narración, un relato. Pero, para algunos esta historia puede ser una invitación para que usted le permita al Señor entrar a su corazón, recibiéndole como Señor y Salvador de su alma.

Preparémonos para revivir a Cristo cuando venga en su gloria.

Un devocional de Revista Quietud

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