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Entonces le reclamó al SEÑOR: […] Sabía que tú
eres un Dios misericordioso y compasivo, lento para
enojarte y lleno de amor inagotable. —NTV
JONÁS 4 : 2

Lento para enojarse. ¿Conoces a alguien así? Es un don raro de encontrar. A la mayoría se nos suben los humos fácilmente. Lo sentimos desde que empezamos a tensar la quijada y los puños. Sentimos que empieza a arder el rostro. Y por lo general, no tarda mucho en explotar el volcán de la voz alzada, los gritos, los reclamos y hasta los golpes.

Algunos reprimen esa emoción, pero acaban con úlceras, pues es un fuego que los come por dentro. Jonás conocía la gran paciencia o aguante de Dios a lo largo de los siglos, con Su pueblo rebelde. Lo curioso es que se queja de las características admirables de Dios, incluyendo Su lentitud para airarse, porque a fin de cuentas, hasta le da una segunda oportunidad a la pagana ciudad de Nínive.

La ira de Dios, por lo menos, es justa… a diferencia de la nuestra, por lo general. Y aun así Él toma Su tiempo para llevarla a sus últimas consecuencias. Habrás escuchado varios consejos para controlar el enojo, como contar hasta diez antes de hablar o actuar. Por lo menos te da tiempo de pensar un poco para que las emociones no te ganen tan fácilmente. Pero sobre todo, alza una oración al Dios que nos ha dado su Espíritu y que es lento para la ira. (MHM)

La ira impulsiva siempre se mete en problemas.

RICK WARREN

Un devocional de Un año con Dios (B&H en Español)

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