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Por Wendy Bello

Uno de los relatos bíblicos más conocidos tiene como protagonista a un personaje de quien no se dan muchos antecedentes, pero lo que se dice es suficiente: «…Noé contaba con el favor del Señor… era un hombre justo y honrado entre su gente. Siempre anduvo fielmente con Dios. Tuvo tres hijos: Sem, Cam y Jafet» (Génesis 6:810). Este fue el hombre encargado de construir el primer barco de la historia, el arca que salvaría a su familia y preservaría la creación de Dios. Aunque no conozcamos mucho de la Biblia, es casi seguro haber escuchado alguna vez sobre el arca de Noé.

Hace un tiempo, mientras releía su historia, pensaba en algunas lecciones sencillas que nos brinda, a personas del siglo XXI, este legendario patriarca. Noé era tan humano como cualquiera de nosotros y no carecía de una buena dosis de problemas.

Lección número 1: Noé no parecía intimidarse con el «qué dirán» o «qué pensarán otros». Imagina cómo sería empezar a construir un barco, algo nunca visto, ante las miradas curiosas, los comentarios de toda clase y sin duda, alguna que otra burla. De hecho, en el capítulo 6 de Génesis se nos da una idea clara de que la maldad del ser humano alcanzaba proporciones desenfrenadas (v. 5). Pero es evidente que a Noé no le importó pues siguió adelante con su proyecto hasta terminarlo. Dios le dio una misión y él la iba a cumplir, independientemente de lo que dijera la gente.

Desde que Cristo nos salvó y hasta que nos llame a su presencia, tendremos muchas oportunidades de poner en práctica esta lección. Como mujeres, esposas, madres, amigas, podemos obrar en obediencia a la Palabra de Dios, cueste lo que cueste. Pero también podemos dejar que el complacer al ser humano, la opinión de otras personas, sea más importante. Si agradar a  las personas nos importa más que agradar a  Dios con nuestra obediencia,  tenemos un problema ¿Sabes cuál? idolatría. Nuestro corazón ha levantado un ídolo. ¡Seamos cuidadosas! Vale recordar las palabras de Pablo: «… no tratamos de agradar a la gente, sino a Dios, que examina nuestro corazón» (1 Tesalonicenses 2:4).

Lección número 2: Noé siguió al pie de la letra el plano original, ¡a pesar de nunca haber visto un barco! (v. 22). Él no fue a decirle a Dios lo que pensaba que era mejor. No cuestionó la idea de construir un barco en tierra seca, sin mar ni lagos a la vista. Él ni siquiera sabía qué era exactamente un diluvio. Noé solo sabía que, si Dios era el autor del plan, no había alternativas mejores y el resultado, cualquier que fuera, estaba garantizado. Así que, lo hizo por fe.

Y de ese mismo modo nos sucede a nosotras. En muchas ocasiones no tendremos detalles, ni entenderemos los por qué pasan ciertas cosas. Nos tocará vivir por la fe, con la certeza de que Dios tiene el control de la situación. ¡Incluso si nos llama a hacer algo de lo que no tengamos la menor idea!

 Lección número 3: Noé involucró a su familia, ya fuera que les gustara o no. Él hizo de la misión de Dios un asunto familiar. Puedo imaginarme a aquel hombre ya anciano comunicando a su esposa e hijos el mensaje de Dios. No sabemos cómo reaccionaron, pero está claro que fueron obedientes a lo que el patriarca dijo porque el relato bíblico nos cuenta que todos, incluyendo a los hijos con sus esposas, entraron al arca. No es difícil suponer que sus tres hijos le ayudaran con la tarea de construir aquella nave inmensa. Y cuando todo terminó, la familia estaba en pie, sana y salva.

¿Qué haremos nosotras hoy?

La historia de Noé es algo más que un lindo relato en la Biblia. Es un héroe de la fe. Su nombre figura en la galería de «los famosos» de Dios: «Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia.  Llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe» (Hebreos 11:7). Creo firmemente que cada cosa que Dios ha plasmado en su Palabra tiene, entre otros propósitos, el de darnos una lección que tú y yo podamos aprender y poner en práctica. No importa si sucedió hace miles de años. En eso consiste también la eternidad de la Palabra de Dios. Nunca envejece. Por lo tanto, abramos nuestros ojos y aprendamos de Noé.

Wendy Bello es esposa, mamá, y alguien cuya pasión es escribir y hablar sobre el diseño divino de Dios para nuestras vidas. Es bloguera y conferencista. Su deseo es enseñar a las mujeres la importancia de estudiar la palabra de Dios. Escribe para múltiples plataformas y es autora del estudio bíblico “Decisiones que transforman”. Ha estado casada por 20 años y tiene 2 hijos. Puedes seguirla en Facebook y Twitter.

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