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Los que encubren sus pecados no prosperarán, pero si los
confiesan y los abandonan, recibirán misericordia. —NTV
PROVERBIOS 28:13

Un hombre viajaba en un carruaje tirado por caballos y asustándose estos, corrieron desbocadamente. El hombre, sin poder detenerlos, gritaba pidiendo auxilio. El juez del pueblo, al ver al hombre en peligro, tomó su caballo y alcanzando el carruaje, saltó sobre él y frenó a los caballos.

Tiempo después, el hombre que el juez había salvado, fue llevado ante él acusado de homicidio. El hombre sonreía confiado de que el juez lo salvaría nuevamente. Se presentaron las pruebas de su culpabilidad y el juez lo condenó a la horca. El hombre, desconcertado, le preguntó por qué lo había salvado una vez para condenarlo ahora a la muerte. La respuesta del juez fue: «Señor, ese día, como ciudadano fui su salvador, pero hoy soy su juez».

Tú y yo nos hemos arrepentido de la loca carrera que nos conducía al infierno y hemos aceptado la salvación que Jesús, el Hijo de Dios, proveyó para nosotros. Pero hay quienes, amando su pecado, desprecian a Dios sin saber que un día el tiempo de misericordia terminará y se encontrarán con Él como juez.

Esto me hace pensar en las personas que amo y que actúan de esta manera. Oro por ellos para que el Espíritu Santo les convenza de pecado. ¿Quieres pedir lo mismo por tus amados que no conocen a Cristo? (YF)

Esta es la causa de la condenación: que la luz vino
al mundo, pero la humanidad prefirió las tinieblas
a la luz, porque sus hechos eran perversos.

JESÚS


Un devocional de Un año con Dios (B&H en Español)

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