Skip to main content

El prudente se anticipa al peligro y toma precauciones. El simplón avanza a ciegas y sufre las consecuencias. —NTV

PROVERBIOS 22:3

A mi amiga Olivia le gustaban las joyas, tanto así que traía un anillo de oro en cada dedo de las dos manos. Cuando nos visitó de Estados Unidos, le sugerimos que limitara el uso de sus llamativas alhajas. No estaba en su pequeña ciudad en Iowa sino en el Distrito Federal. Pero ella no hizo caso.

Al otro día fue a la farmacia con mi mamá y un joven sacó una pistola y le quitó todos sus anillos. Agradecemos a Dios que su imprudencia no costó la vida de alguien, sino solo la pérdida material de los anillos, pero puso en riesgo al dependiente de la farmacia y a mi mamá.

La prudencia se rige por la cautela. Trae a la memoria las experiencias pasadas, escucha el consejo del más experimentado y actúa con precaución. En la juventud y adolescencia a veces actuamos con imprudencia. Conducimos a alta velocidad, nos desvelamos cuando no conviene y no comemos en horario.

Muchas veces no «pasa nada». Sin embargo, la Biblia es clara. Si avanzamos a ciegas, sufriremos las consecuencias. Usa de la prudencia y escucha a tus padres y maestros. Aunque de momento ciertas acciones parezcan «divertidas», recuerda lo que dice el historiador romano Tito Livio: «No des la felicidad de muchos años por el riesgo de una hora». (KOH)

Jóvenes inexpertos… ¡aprendan a ser prudentes!

SALOMÓN

Un devocional de Un año con Dios (B&H en Español).

Leave a Reply

Hit enter to search or ESC to close