Skip to main content

Por Verónica Rodas.

Es anti popular escuchar una enseñanza basada en dar nuestra vida por el otro. Casi todos los mensajes están enfocados en mejorar uno mismo. Se trata de vivir para uno, satisfacer todos los gustos y deseos personales. Enseñanzas enfocadas en nuevas tendencias y mejores maneras de vivir sin Dios.
La Palabra en Romanos 12:2 nos dice: “Y no os adaptéis a este mundo, sino transformaos mediante la renovación de vuestra mente, para que verifiquéis cuál es la voluntad de Dios: lo que es bueno, aceptable y perfecto”.

“Adaptéis”:  No permitamos amoldarnos a este mundo.  Pablo nos esta diciendo que renunciemos a vivir como lo hace el mundo. De ninguna manera permitamos ser así.
“Este mundo”: se refiere al sistema predominante de creencias y valores en cualquier época del ser humano.
“Transformaos”: la palabra griega que corresponde a “metamorfosis” connota un cambio en la apariencia externa. Antes me parecía al mundo y ahora soy como Cristo.

Lo preocupante es que muchas de nosotras caemos en la misma trampa y deseos que caen las mujeres que no conocen a Dios. Luchamos con los mismos conflictos con los que luchan cada una de ellas, como: problemas de autoestima, sentimos que no somos amadas, queremos superarnos en todo ámbito de nuestra vida personal e individual, deseamos salir de nuestra casa y desarrollarnos, nos importan más nuestras necesidades que las de nuestra familia, luchamos con el deseo de ser estimadas, etc…

El mundo se ha metido en nuestras vida y no nos damos cuenta. 

Nuestros intereses, enfoque, metas y preocupaciones son mayormente terrenales igual que los demás.

Pero lo cierto es que es contrario al cristianismo tener las mismas pautas que tiene una mujer del mundo.
Ejemplo:
“Me digo a mi misma que valgo y eso hará que cambie lo que yo pienso de mi persona”.

Esa es una pauta de este mundo. Yo gobierno mi vida realizando ciertos actos que el mundo me ofrece y logro lo que quiero lograr: “una vida exitosa”.
Queremos ser felices sin Dios. Pensamos que lo lograremos si usamos nuestras armas carnales. 
En nuestras decisiones no deberíamos estar pensando egoístamente. Vivimos vidas centradas en nuestro propio beneficio, y NO en lo mejor para los demás.

Al estudiar la Biblia vemos que es totalmente lo contrario.
Al conocer a Cristo deberíamos dejar atrás todo lo que el mundo ofrece, porque cuando conocemos de verdad a Dios todo pierde valor y nuestro valor lo encuentras sólo en él.
Al conocer a Cristo y ser deslumbrada por él produce vidas rendidas a su voluntad.

Marcos 8:35 “Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por causa de mí y del evangelio, la salvará”.

Jesús, la perla preciosa, debe ser el mayor valor en nuestra vida. El mundo pierde todo valor, mi amor propio queda por debajo del amor que le tengo a Cristo. 
Es una lucha diaria donde no debemos conformarnos a este mundo, sino transformarnos. Doblegar el yo, que él sea más y más grande que todo el engaño que nos ofrece esta sociedad. 
Perdemos nuestra vida para vivir la vida de otro. Cristo se hace grande y visible en nosotras cuando hacemos esto.

Lee con atención Gálatas 2:20:
“Con Cristo he sido crucificado, y ya no soy yo el que vive, sino que Cristo vive en mí; y la vida que ahora vivo en la carne, la vivo por fe en el Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí”.

Este versículo es maravilloso. Podemos vivir la vida de Cristo. Él pagó el precio y podemos reflejarle, honrarle y glorificarle con nuestras vidas.
Ya no más mis luchas terrenales y distracciones sin sentido, sino que ahora vivo en sus propósitos eternos, en sus planes gloriosos. 

Ahora Cristo vive en mí, sus capacidades me gobiernan y puedo usarlas plenamente. Él vive en mí y yo vivo en él.

Es por eso hermanas, que debemos renunciar a nuestras propias metas y objetivos de desarrollo, aún dejar de hacer cosas por nosotras y empezar a mirar a la persona que tenemos al lado. Vivir para otros, seguir el ejemplo de Jesús.

1 Corintios 10:24
“Nadie busque su propio bien, sino el de su prójimo”.
Nuestro propio YO no debe ser el motivo de por qué hacemos lo que hacemos.

Romanos 12:10 
“Sed afectuosos unos con otros con amor fraternal; con honra, daos preferencia unos a otros”.
Filipenses 2:3,4
“Nada hagáis por egoísmo o por vanagloria, sino que con actitud humilde cada uno de vosotros considere al otro como más importante que a sí mismo, no buscando cada uno sus propios intereses, sino más bien los intereses de los demás”.

La clave está en encontrarnos completas en ÉL.
No necesitamos nada más que estar con él para sentirnos plenas.
No necesito mirarme en el espejo y demostrarme que valgo, ya lo tengo todo en Cristo.
El es el mayor bien que puedo tener. 

Salmos 65:4:
“Cuán bienaventurado es el que tú escoges, y acercas a ti, para que more en tus atrios.
Seremos saciados con el bien de tu casa, tu santo templo”.

No nos engañemos, nada de este mundo se compara con su gloria. Lo que cada una de nosotras necesita es a Él.

Salmos 17:15 
“En cuanto a mí, en justicia contemplaré tu rostro;
al despertar, me saciaré cuando contemple tu imagen”.

Verónica Rodas es esposa del pastor Luis Rodas. Madre de Cintia (17) y Zoé (6). Juntos sirven al Señor en Córdoba, Argentina. Su anhelo es mostrarle a la mujer lo deleitoso y hermoso que es ser discípula de Cristo.

2 Comments

Leave a Reply

Hit enter to search or ESC to close