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Por Mayra Beltrán de Ortiz

“Crea en mí, oh, Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí” Salmo 51:10

Hoy en día vivimos en un mundo que va tan rápido que pocas veces nos detenemos a analizar o pensar en el significado de las cosas.  Esto aplica a una ocasión tan especial como lo es la Semana Santa.

Es costumbre y tradición en los países de Latinoamérica usar estos días de asueto de la Semana Mayor para preparar y organizar actividades de esparcimiento y diversión.

Esto puede producir que nos olvidemos de la importancia de preparar nuestras mentes y corazones para esta semana. Es importante que analicemos el origen y significado de la misma.

Es una realidad que en el transcurso de nuestras vidas nos preparamos para muchos acontecimientos y eventos como lo son graduaciones, bodas y el nacimiento de un nuevo hijo entre otros, los cuales demandan un tiempo además de la preparación de reflexión. Con esto en mente debemos profundizar en nuestros corazones y pensar cuando fue la última vez que realmente aprovechamos el tiempo libre de Semana Santa para meditar en la vida y obra de nuestro Señor Jesucristo y así renovar nuestro compromiso de vivir para Él.

La Semana Santa es la última semana de Cuaresma y comienza el Domingo de Ramos, últimos días de Jesucristo aquí en la tierra, y finaliza el Domingo de Resurrección.  Si hay un tiempo donde debemos enfocar nuestros corazones y nuestras mentes en todo lo que Jesucristo ha hecho por nosotros, es indiscutiblemente esta semana.

La Semana Santa es el momento en el que los cristianos recordamos la pasión, muerte y resurrección de Jesús, nuestro Señor y Salvador

Sin duda, para poder experimentar el gozo completo de la resurrección, debemos sentir el peso del precio que fue pagado por cada una de nosotras. Para esto debemos caminar con Cristo hacia la cruz a través de las Escrituras lo cual abrirá nuestro corazón a todo lo que Él soportó. “Al que no conoció pecado, le hizo pecado por nosotros, para que fuéramos hechos justicia de Dios en Él.” 2 Cor. 5:21.

Gracias al sacrificio de Jesús somos libres del poder de la muerte y del pecado.

Este año podemos considerar comenzar nuestra preparación para la Semana Santa varios días antes y así experimentar sus últimos días como hombre aquí en la tierra.  

Como un ejercicio de reflexión a través de las Escrituras podemos “caminar en Sus zapatos.” Aunque sabemos como termina la historia, no tratemos de adelantarnos en nuestras mentes y corazones. Vamos a colocarnos en el momento de cada día, y tomemos el lugar de los discípulos, de Jesús, de los soldados romanos, y porque no, el de Judas también. Vívelo a medida que se desenvuelve en el curso de la historia. Estas historias además se pueden hacer en familia como un devocional cada día.

Aquí un modelo guía para las lecturas y reflexiones:  

  • La entrada triunfal -Mateo 21:1-11 – Cumplimiento de profecía en Zacarías 9:9
  • Jesús celebra la Pascua, la última cena, con sus discípulos – Mateo 26:17-30
  • Jesús lava los pies a sus discípulos – Juan 13:1-17
  • Jesús en Getsemaní – Mateo 26:36-45
  • Traición y arresto de Jesús; negación de Pedro – Mateo 26:46-75; Cumplimiento de profecía sobre la traición:  Salmo 41:9
  • La crucifixión de Jesús – Mateo 27:27-50; Cumplimiento de profecías en Isaías 53; Salmo 22:6-8,16-18; Salmo 69:21; Zacarías 12:10
  • La resurrección de Jesús – Mateo 28; Cumplimiento de profecía – Mateo 12:40, Mateo 16:21 y Salmo 16:10

Después de leer estos pasajes de las Escrituras, preparemos nuestros corazones para reflexionar profundamente sobre ellos haciéndonos preguntas y tratemos y exhortemos a otros a imitar a Cristo en Su humildad, sencillez, sinceridad y valentía con la cual actuó mientras estuvo en este mundo.

Es mi sincero deseo que a medida que reflexionemos en todo lo que Cristo soportó por cada una de nosotras, podamos pedirle ser por siempre agradecidas por Su amor, gracia y misericordia.  ¡Qué esta Semana Santa nos acerque más a nuestro Señor y Salvador, Jesús!

Mayra Beltrán de Ortiz, decidida a honrar el diseño de Dios para la mujer. Esposa de Federico Ortiz hace 45 años, madre de José Alberto y Erika y abuela de Noé, Renata y Jaime Alberto. Graduada del Instituto Integridad & Sabiduría. Miembro y diaconisa de la Iglesia Bautista Internacional (IBI) donde es parte del Cuerpo de Consejeros y es Encargada del Ministerio de Mujeres EZER.

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