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Por María Renée de Cattousse

Una de las cosas impresionantes de las Escrituras es como desde Génesis hasta Apocalipsis la historia de Dios se desarrolla como un hilo; entretejido con una perfecta secuencia y cumplimiento. Desde el Antiguo Testamento se anuncia con un megáfono la venida del Mesías. Dios por medio de los profetas hace saber que había una promesa por cumplirse.

Miqueas es uno de los profetas menores, vivió en el siglo VIII a.C en una pequeña ciudad llamada Moreset en el reino de Judá, contemporáneo a Isaías y Oseas.

El libro de Miqueas consta de 7 capítulos que podemos dividir en dos grandes temas:

  • Acusación de Miqueas y advertencias del juicio de Dios principalmente a Judá, pero también contra Israel.
    Una época donde imperaba la idolatría, injusticia y opresión a los pobres. Por si esto no fuera suficiente los gobernantes que hacían lo opuesto a lo que debían.  Miqueas predijo la destrucción de Judá como un acto de justicia divina y los llamaba al arrepentimiento.
    Sin embargo, los habitantes de Judá e Israel insistieron en su pecado y llegaron a ser cautivos de las potencias Asiria y Babilonia. A pesar de la destrucción del Reino del Norte y la destrucción de Judá en el 586 a.C soberanamente Dios permitió que un remanente regresara.
  • Un mensaje de esperanza y de restauración a un remanente del pueblo que estaba consagrado al Señor. (4:1-13, 7:14-20)
    A diferencia de los reyes injustos que les gobernaban y de quienes estaban acostumbrados a padecer, Dios les promete que enviaría un rey, un gobernante que permitiría que la gente viviera en paz. (5:1-5) nota lo específico de este pasaje. 
    Muestra la ciudad de Belén como el lugar de origen de este gobernante de Israel y su existencia eterna.  Esto es lo hermoso de conocer, creer y abrazar las Escrituras porque nos llenan de esa esperanza necesaria para caminar en fe, permaneciendo, perseverando y viviendo nuestra vida consagrada al Señor. 

Miqueas 7:7-20 lee y medita el pasaje. 

A pesar del mensaje de los primeros capítulos de juicio y las circunstancias difíciles que están atravesando, es hermoso leer en esta porción la confianza y dependencia que tiene Miqueas en el Señor plasmando estos puntos importantes:

  • Sabe que es Dios quien lo salvará y ha determinado esperar y poner su mirada en Él.
  • Reconoce su condición, sabe que es pecador, y que el pueblo y los gobernantes también lo son. Hay caos en las circunstancias que están viviendo, pero reconoce que el Señor es su luz. Confía en la restauración de ese Dios que cumple sus promesas, y sabe que verá su justicia. * 
  • Miqueas reconoce los atributos de Dios exaltando que es único, compasivo, que perdona la maldad, guarda a los suyos y Su ira no es para siempre (su misericordia es para siempre y se renueva cada día).
  • El Señor se compadece de los suyos, eliminará la maldad, va transformando a los que en Él confían y arroja a las profundidades del mar los pecados. 

Meditemos en esto que hemos leído. Examinemos nuestros corazones, los habitantes de Israel esperaban la venida de un Salvador, nosotros estamos celebrando que ya vino, ¡Exactamente, Jesús el Salvador, el anhelado Mesías nació en el lugar donde había sido anunciado 800 años antes de que viniera! 

Cristo fue anunciado, esperado por siglos, nació en Belén, vivió una vida perfecta, sin pecado (una vida que nosotros no podemos vivir), murió en una cruz, al tercer día resucitó, está sentado a la diestra del Padre y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a los vivos y muertos y su Reino no tendrá fin.

Estamos viviendo un tiempo en el que también vemos injusticias, maldad, abuso de poder, consecuencia del pecado. El mundo entero ha sido sacudido por enfermedad e incertidumbre. Reflexionemos si estamos confiando en su promesa de restauración y redención.

Animémonos y regocijémonos en esta época con gratitud porque en Belén, tal como fue escrito, nació nuestro Salvador. ¡Celebremos el nacimiento de ese Rey con la seguridad de que volverá! Meditemos en los atributos del Dios en quien confiamos. Pidamos sabiduría y ser llenos de su Espíritu para vivir honrando su nombre. Tenemos un Dios que cumple Sus promesas y que guarda a los suyos. A medida que el tiempo transcurre, Su historia, voluntad y propósitos se cumplirán perfectamente. 

Estaremos reunidos en esa tierra nueva, la Ciudad Santa que describe Juan en Apocalipsis 21, donde nuestra adoración será perfecta, donde no habrá maldad, ni lágrimas, ni muerte o dolor porque el Señor que hace nuevas todas las cosas habitará eternamente entre nosotros y nosotros con Él. Será nuestro Dios y nosotros su pueblo.

 * Miqueas y nosotros veremos la justicia de Dios. Es la profecía por cumplirse, y será cumplida, ¡Gloria a Dios!

María Renée de Cattousse, pecadora, salvada por gracia, justificada por la fe en la obra de Cristo, redimida por la misericordia de Dios. Es miembro de la Iglesia Reforma en la ciudad de Guatemala. Esposa de Carlton, mamá de Mario René y Valeria. Odontóloga.

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