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[Reconociendo nuestra dependencia de Dios]

Jen Wilkin

Sin la ayuda del Espíritu nuestro estudio no es más que un esfuerzo intelectual. Cuando oramos estamos en comunión con el Señor. Estar en comunión cambia nuestro estudio de una búsqueda de conocimiento a la búsqueda de Dios mismo. Tu tiempo de estudio te ofrece una oportunidad de ajustar tus oraciones para que se correspondan con el ministerio de la Palabra.

Tu tiempo de oración puede ser largo o corto. Puede ser intermitente mientras estudias. Reconoce el beneficio de orar en todas las etapas de tu estudio, pero date la oportunidad de orar según seas guiada a hacerlo. Que tus oraciones surjan de un deseo sincero, no de un sentido de obligación por «hacer las cosas de la manera correcta». Si no tienes el deseo de orar, díselo al Señor y pídele que aumente el deseo en ti mientras estudias.

Mi punto es desafiarte a que permitas que la oración empape tu estudio de principio a fin. Aprender la Biblia no se logra solo por el esfuerzo humano. Como todos los otros aspectos de la santificación, es el resultado de la obra del Espíritu Santo en nuestros esfuerzos y a través de ellos.

La oración invoca la comunión con la Trinidad en tu tiempo de estudio, una comunión dulce y necesaria para cualquier estudiante de la Palabra.

Así que, aquí lo tienes: los cinco elementos del sano estudio de la Biblia, cinco herramientas para ayudarte a construir tu alfabetización bíblica y de esta manera crecer en tu amor por el Dios que la Biblia proclama.

Estudia con propósito: Entiende dónde tu texto cabe dentro de la Gran Historia de la creación-caída-redención-restauración.

Estudia con perspectiva: Entiende la «arqueología» de tu texto (su contexto histórico y cultural).

Estudia con paciencia: No te apresures, establece una expectativa razonable para tu ritmo de estudio y enfócate en las metas a largo plazo.

Estudia mediante un proceso: Comienza de manera metódica a leer para comprender, interpretar y aplicar el texto.

Estudia con oración: Pídele al Padre que te ayude antes, durante y después de tu tiempo de estudio.

No son una lista de tareas pendientes, sino que se trata de una serie de prácticas que se interrelacionan y se traslapan.

Si te frustras o te sientes empantanada, recuérdate que tu trabajo como estudiante es progresar con las herramientas que tengas disponibles. En momentos diferentes, en libros diferentes, usarás cada una de las diferentes habilidades con varios grados de efectividad. Pero de todas maneras utilízalas.  Lucha por tener tu propio contacto con el texto antes de buscar otras fuentes. Sucede en muchos casos que los estudiantes entusiastas llegan a ser maestros entusiastas.

Amar a Dios con nuestras mentes debe dar como resultado amarlo con profundidad y pureza en nuestros corazones.

Un fragmento del libro Mujer de la palabra: Cómo estudiar la Biblia con mente y corazón (B&H Español)

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