Skip to main content
[Cristo, la mayor riqueza]

Verónica Rodas

Renunciar a nuestra vida para ganar algo sumamente mayor, es lo que Jesús nos quiso decir en Lucas 14:33, “Así, pues, cualquiera de vosotros que no RENUNCIA a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo”.

Jesús nos está diciendo que el discípulo pierde todo tesoro de este mundo, y obtiene riquezas sumamente mayores comparadas con sus “pérdidas” terrenales (Efesios 1:15-18; 3:8). Cada una de nosotras, mujeres que realmente anhelamos agradar a Dios, debemos ser conscientes de que cada vez que dejamos cosas que eran para beneficio meramente propio, por amor a otros, estamos siendo seguidoras de Cristo.

Miles de situaciones se nos presentan, ¿qué hacemos con cada una de ellas? Siempre tenemos dos posibilidades:

  1. actuamos para nuestro propio beneficio terrenal
  2. o negamos nuestra voluntad y corremos a agradar a nuestro Maestro.

De forma práctica, un ejemplo de esto puede ser tu tiempo: ¿Cuánto cuidas tu tiempo, tus horas de sueño…? ¿Estás dispuesta a escuchar los problemas de un vecino, hijo, esposo, amigo y compañero? ¿Consideras entregar unos minutos de tu tiempo en servicio a otros? Podemos argumentar de diversas formas que vivimos “administrando bien el tiempo”, pero en muchos casos, en realidad estamos cerrando nuestro corazón, y sin darnos cuenta actuamos egoístamente.

¿Anhelamos riquezas celestiales y vivimos para alcanzarlas? (Juan 14:1-3; Apocalipsis 3:21). Cuánto bien nos haría despojarnos de cosas que han ocupado un lugar importante en nuestra escala de valores; cosas que realmente nos gustan, pero cuyo valor es ínfimo y fugaz. Al meditar en la eternidad, todas estas cosas resultan necias y sin valor, pero en nuestro día a día son reales y están presentes. Por esto, necesitamos trabajar en ellas para ser verdaderamente discípulas de Jesús.

Si estamos pensando continuamente en nosotras, en lo que queremos, lo que necesitamos, lo cansadas que estamos, en el poco tiempo que tenemos, etc.; si somos máquinas que se quejan y viven pensando en su bienestar personal, francamente nuestras vidas no se asemejan al reflejo del llamado de Cristo. “Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados” (Mateo 5:6).

Si no somos mujeres felices y completas, es porque no estamos entendiendo el valor supremo y mayor que tiene estar en Cristo. Mateo 13:46, dice: “Habiendo hallado una perla preciosa, fue y vendió TODO lo que tenía, y la compró”. Pidamos a Dios más conocimiento de Él, más amor y pasión por Cristo. “Cristo en vosotros, la esperanza de la gloria” (Colosenses 1:27).

Que nuestra vida refleje lo que Él significa para nosotras. Filipenses 3:8, dice: “Y ciertamente, aún estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo”.

Si tu anhelo es obtener esas riquezas mayores, corre a Cristo, nuestra fuente inagotable: “Venid comprad sin dinero y sin precio… ¿Por qué gastáis el dinero en lo que no es pan, y vuestro trabajo en lo que no sacia? Oídme atentamente y comed del bien, y se deleitará vuestra alma con grosura” (Isaías 55:1,2).

Verónica Rodas es esposa del pastor Luis Rodas. Madre de Cintia (16) y Zoe (5). Juntos sirven al Señor en Barcelona, España.  Su anhelo es mostrarle a la mujer lo deleitoso y hermoso que es ser discípula de Cristo.

Leave a Reply

Hit enter to search or ESC to close