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¡Aun así me alegraré en el Señor! ¡Me gozaré en el Dios de
mi salvación! ¡El Señor Soberano es mi fuerza!… —NTV
HABACUC 3:18-19

Aunque el calor esté insoportable y las cosechas no se den… aunque haya sequía y se esté muriendo el ganado… aunque tenga problemas en mi familia… aunque tenga malas notas en la escuela… aunque nos falte dinero para algunas necesidades básicas… ¡Me alegraré en el Señor!

En medio de la situación desastrosa que describe Habacuc en los versículos anteriores a este pasaje, milagrosamente surge la esperanza, basada sobre todo en la fuerza que el Señor le proporciona. De hecho, apenas parece que sea la misma persona que en el primer capítulo clamaba: «¿Hasta cuándo clamaré y no oirás?» y «¿por qué me haces ver iniquidad?». Se queja, se desespera, pero aun así sabe que tiene un Dios poderoso que de alguna manera triunfará.

Ante la maldad en el mundo, las crisis naturales y económicas y aun los problemas personales, es común que nos sintamos impotentes. Pero tú y yo tenemos un secreto: nuestra fe en un Dios que es nuestra fuerza. Las palabras del profeta Habacuc nos muestran que es posible expresar a la vez emociones de angustia y de confianza en Dios.

Dios entiende y permite esa aparente contradicción, que Jesús también reconoció: «En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo». ¿Sientes esta esperanza? (MHM)

Con todo, yo me alegraré.

HABACUC

Un devocional de Un año con Dios (B&H en Español)

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