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Por Wendy Bello.

La música navideña ocupa un lugar especial en mi corazón. Quizá porque me trae recuerdos de la infancia, de mis abuelos y su casa, la iglesia en la que crecí y a la que, en aquel momento, tenía que ir a escondidas… una historia para otro momento. En fin, pensando en los himnos y villancicos de Navidad me vino este a la mente, uno de mis favoritos siempre. 

Tú dejaste tu trono y corona por mí

al venir a Belén a nacer.

Mas a ti no fue dado el entrar al mesón,

y en pesebre te hicieron nacer. 

Cuando lo escribió, la autora Emily Elliott quiso hacer más claro el significado de la Navidad y el advenimiento de Jesús para los niños de la parroquia de su padre en Brighton, Inglaterra, en el siglo XIX. Creo que no solo lo logró para los niños sino para nosotros también. Piensa cuántas cosas acerca de la primera Navidad se encierran en esa estrofa.

A nivel intelectual entendemos el hecho de que Jesús dejó su estatus celestial y vino a la tierra, pero ¿te has puesto a pensar en lo que implica? Demos alas a la imaginación por un momento. 

Imagina que vives en un gran palacio, eres la reina y gozas de todos los privilegios que tu título te concede. Te rodea una belleza sin igual, todo evoca un aire de perfección. El oro y la plata son tan normales para ti como el aire que respiramos. No necesitas preocuparte por nada porque todas tus necesidades están cubiertas y con solo abrir la boca, alguien está presto a hacer realidad tus deseos… ¡qué maravilla! 

Sin embargo, de pronto un día las cosas cambian y tienes que dejar todo eso a un lado. Ahora te toca vivir con gente común y corriente. Tendrás que comer lo que esté disponible, no más cenas gourmet ni platos hechos a pedir de boca. Tu ropero consiste en un par de vestidos sin color alguno, medio gastados y sin atractivo. Además, tienes que trabajar hasta el agotamiento. A la hora de dormir, nada de colchones cómodos, ni almohadones ni edredones de plumas. Una cama dura, en una habitación compartida. Te tocó dejar tu trono. 

Eso fue lo que le sucedió a Jesús, pero a una escala mucho mayor. No creo que nuestra mente finita lo pueda entender jamás. A un lado quedó su corona de oro, la próxima vez que llevara una corona sería de espinas, enterradas en su piel. No más vestiduras de lino fino, para nacer lo envolverían en pañales simples, nada de bordados en plata ni encajes preciosos. Para su llegada ni siquiera hubo un cuarto pequeño disponible en algún mesón del pueblo. Su primera habitación sería un establo maloliente. Por séquito real tendría unos pastores asombrados y curiosos; ovejas, quizá burros, algunos caballos, que no le pertenecían… simplemente él compartiría con ellos el espacio. 

Además, nació en el lugar menos relevante, un pueblito pequeño sin fanfarria ni atracciones turísticas ninguna. Claro, no por casualidad. Así se cumplía una profecía hecha siete siglos antes: Jesús nacería en Belén.

 “Pero tú, oh Belén Efrata, eres solo una pequeña aldea entre todo el pueblo de Judá. No obstante, en mi nombre, saldrá de ti un gobernante para Israel, cuyos orígenes vienen desde la eternidad.” (Miqueas 5:2).

Todo eso lo vivió Cristo para que hoy podamos celebrar el evento más grande de la historia, Dios hecho hombre. Él dejó su trono y su corona por ti y por mí. Por eso celebramos la Navidad. ¿Y sabes? La realidad es que no importa el día del año. Lo importante es que Cristo nació, ¡cómo no festejarlo! 

El himno termina diciendo. 

Alabanzas sublimes los cielos darán

cuando vengas glorioso de allí,

y tu voz entre nubes dirá: “Ven a mí,

que a mi lado hay lugar para ti”.

¡Qué diferente será la segunda venida! Él regresará por los suyos. Cuando vino a nuestro mundo, no hubo lugar para el Rey; pero por su sacrificio perfecto, Él ha hecho lugar para nosotros. ¡Un día estaremos disfrutando de su reino para siempre! Entre tanto, y mientras celebramos este tiempo hermoso, no perdamos de vista lo más importante: el Rey dejó su trono y corona por ti y por mí, eso es la Navidad.

Wendy Bello es escritora y conferencista. Su deseo es enseñar a las mujeres la importancia de estudiar la Palabra de Dios. Escribe para múltiples plataformas y es autora de varios libros, entre ellos el estudio bíblico “Decisiones que transforman.” Ha estado casada por más de 20 años y tiene 2 hijos. Puedes seguirla en Facebook, Twitter y en su Blog.

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