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¿Conoces esos días en los que te levantas con deseos de martillar tu propia cabeza porque el día anterior actuaste de nuevo como muchas veces dijiste que no lo harías más? Yo sí. Y justo de esa manera me levanté aquel día.

Con mi taza de café y mi Biblia color turquesa me senté a leer en Efesios y llegué a Efesios 3 con la sensación de querer martillar mi cabeza porque él (mi esposo) y yo tuvimos un desacuerdo tonto, más por mi percepción que por otra cosa.

“Aunque soy el menos digno de todo el pueblo de Dios, por su gracia él me concedió el privilegio de contarles a los gentiles acerca de los tesoros inagotables que tienen a disposición por medio de Cristo” (v. 8).

Así me sentía yo, la menos digna de todo el pueblo de Dios porque cuando estamos en el ministerio de vez en cuando caemos en la trampa de creer que tenemos que ser dignas. ¡Se nos olvida que nunca lo seremos, nunca podremos ganarnos esa etiqueta! Se nos olvida que fallaremos, que diremos algo que no debimos decir, que no podemos ser perfectas.

Sin embargo, es lo que viene después de esa primera frase del versículo lo que me dio fuerzas para seguir escribiendo, para seguir creyendo al llamado de Dios, a pesar de mí misma: por su gracia.

Todo es por la gracia de Dios. Y punto.

La gracia es aquello que recibimos sin merecer. Dios nos ama por su gracia. Nos usa por su gracia. Nos levanta por su gracia.

Por la gracia de Dios tenemos acceso a tesoros inagotables. ¡Qué dos palabras para poner juntas!  Tesoros, algo de mucho valor y, además inagotables, nunca se acabarán, no son como una cuenta en un banco ni como la juventud a la que muchos consideran divino tesoro. Por la gracia de Dios tenemos acceso a esta fortuna: tesoros inagotables. ¿Qué son? Vida eterna, herencia incorruptible, paz incomprensible, amor perfecto, perdón incondicional. Gracia.

A lo mejor hoy tú te sientes así también. Que no eres digna, que Dios no puede hacer nada bueno contigo. Que no sirves como mamá, o como amiga, o como esposa… ¡mucho menos como sierva del Dios altísimo! ¿Me permites animarte con la misma palabra que me animó a mí?

TODO ES POR LA GRACIA DE DIOS.

No hay nada, absolutamente nada que tú y yo podamos hacer para que esa gracia no nos alcance. Sí, cuando nos equivocamos nos duele, ¡te lo garantizo por experiencia! Pero Cristo no murió en la cruz para que vivamos con actitud de derrota. La cruz es símbolo de victoria y de gracia.

Amiga lectora, todas tenemos “esos días” o “esos momentos”, pero no tienen que definirnos. El mismo Pablo nos lo recuerda con el mensaje que Dios le dio para su vida: “‘Mi gracia es todo lo que necesitas; mi poder actúa mejor en la debilidad’. Así que ahora me alegra jactarme de mis debilidades, para que el poder de Cristo pueda actuar a través de mí” (2 Corintios 12:9).

Cuando en esta semana quieras martillarte la cabeza, incluso con razón, recuerda, todavía tienes la gracia de Dios.

Wendy Bello es esposa, mamá, y alguien cuya pasión es escribir y hablar sobre el diseño divino de Dios para nuestras vidas.

4 Comments

  • Yessenia Perez dice:

    Hermoso muchas gracias por animarnos, me he senido asi muchas veces………. Dios siga bendiciendo tu ministerio gracias por los calendarios las oracion del plan familiar gracias por los estudios biblico gracias a Dios x ustedes!!

  • Lourdes dice:

    Tal cual lo escribio asi nos sentimos a veces gracias por tan bonitas palabras y recordarnos que es por gracia

  • Lis dice:

    Wow como El Señor en su bondad usa a sus hijos , para ayudar a otros , justo lo que estoy pasando, el Señor hablándome 🙏🏻🙏🏻😊

  • Blanca dice:

    Gracias y mil gracias Dios las bendiga que palabras mas ciertas en este momento pues precisamente me eztaba preguntando hacerca de la indecicion y la duda????
    Les agradezco de corazon

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