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[El Diseñador y el diseño]

Patricia de Saladín

Todo comienza con Dios. «En el principio Dios…». Él es la fuente y el origen de todo. En Él vivimos, nos movemos y existimos (Hech. 17:28). Todo lo que vemos vino a la existencia por ese Dios a quien no vemos y por el poder de Su Palabra.

En Génesis 1:26-27 leemos:

  • Y dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza […] creó, pues, Dios al hombre a imagen suya, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó (énfasis añadido).

Él nos hizo varón y hembra, y a Su imagen, con el propósito de que mostráramos esa imagen, cada uno, según su diseño particular: el hombre como hombre y la mujer como mujer. Él pudo haber hecho referencia a muchos otros aspectos que hablaran de la semejanza de estas criaturas a su Creador, pero en ese versículo se limita a decir que los hizo varón y hembra.

Iguales en valor y dignidad delante de Él. Esto es lo que hace al hombre y a la mujer especiales sobre todo lo creado. Nuestra dignidad y valor se encuentran en ser creados a imagen de Dios. Este es nuestro punto de partida: Ambos, el hombre y la mujer, fuimos diseñados por Dios, para reflejar Su imagen a través de nuestras diferencias particulares y nuestras identidades individuales como hombre y mujer.

Ya que Dios es nuestro Creador, Su Palabra nuestra autoridad y nuestro propósito es reflejar Su imagen, a Él y solo a Él debemos hacerle las preguntas: ¿Quién soy? ¿Cuál es mi diseño? ¿Bajo qué autoridad debo funcionar? ¿Para qué me hiciste?

En Génesis 1 Dios nos dio una visión muy general, pero en Génesis 2 Él se toma la molestia de que podamos ver con más detalle esta impresionante creación. Entonces el Señor Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz el aliento de vida; y fue el hombre un ser viviente. Y plantó el Señor Dios un huerto hacia el oriente, en Edén; y puso allí al hombre que había formado (Gén. 2:7-8).

Adán fue formado primero, en señal de autoridad y se le dio dominio. Dios lo formó artísticamente del polvo de la tierra, sopló sobre él Su propio aliento, y lo colocó en el precioso huerto que había creado para él. Le dio las instrucciones de cómo cuidarlo y también de cómo conducirse en su nuevo hogar.

Imaginemos la escena de Dios formando al hombre. Cuando Él creó al varón, lo creó con todos los detalles que iban de acuerdo al diseño que tenía en mente… «Cuando todavía no existía el varón ni la mujer, Dios tenía un plan. Él escribió la historia. Conocía el final. Y, cuidadosamente, formó al varón y a la mujer para manifestar la gloria de esta historia espectacular».

Un fragmento del libro Mujer verdadera (B&H Español)

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