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Pasaje devocional: Salmo 150:1-6

Alabad a Dios en su santuario. Salmo 150:1

En una ocasión fui al concierto de una joven artista fenomenal. Su talento musical para tocar, cantar y bailar eran impresionantes. La coreografía, el juego de luces, la instrumentalización, era todo espectacular. Sin embargo, me chocó ver cómo reaccionaban muchos en la audiencia. Manos alzadas, lágrimas corriendo por sus mejillas, cantando al unísono a todo pulmón. Era como estar en un culto religioso donde la artista era el objeto de la adoración.

Uno de los reformadores de la iglesia cristiana dijo en una ocasión: “el corazón humano es una fábrica de ídolos”. Con gran facilidad le damos un nivel de importancia a ciertas cosas que solo Dios merece y convertimos esas cosas en ídolos. Esto es natural, ya que nuestros corazones están diseñados para adorar la fuente de todo bien. Sin embargo, hacemos de la creación el objeto de nuestra adoración, en lugar del Creador.

El salmista reconoce esta tendencia humana, adorar lo que es glorioso, y nos presenta al Creador en todo Su esplendor.

Todo el universo es morada suya, (su santuario), y reconocer esta verdad produce una admiración que irá a Él. Toda buena obra y todo don perfecto vienen de Él. Por eso, no solo aquello que vemos en la creación nos lleva a adorarle, sino que también todo lo que somos, decimos y tenemos debe adorarle.

Examinémonos delante de Dios en este día. ¿Existe alguna parte de nuestra vida que no esté alabando a Dios? Si es así, Dios nos espera con los brazos abiertos. Arrepintámonos y traigamos frutos de alabanza a Cristo. Que todo lo que respire, alabe al Señor.

Te alabamos, Señor.

Un devocional deRevista Quietud

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