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PASAJE DEVOCIONAL: HEBREOS 9:1-10

Porque el tabernáculo estaba dispuesto así: en la primera parte, llamada el Lugar Santo, estaban el candelabro, la mesa y los panes de la proposición. (HEB. 9:2)

Es posible que tengas un candelabro o candelero en tu casa; este es un utensilio que se usa para sostener una vela. Pueden ser de metal, de madera, de cristal u otro material. La mayoría de nosotras los usamos como un adorno, pero el candelabro del tabernáculo no era un adorno. Lo que más llama mi atención en la descripción de los utensilios del tabernáculo, es cómo Dios en Su Palabra dedica un espacio considerable a las instrucciones de cómo confeccionarlo todo, con lujo de detalles. Una de las cosas que aprendemos de esto es que todo el mobiliario que rodeaba el Lugar Santísimo era una muestra de la grandeza de Dios. El Señor estaba enseñando a Su pueblo a cómo adorarlo. En cada detalle de la adoración a Dios, el pueblo tendría que recordar las victorias, los milagros y las bendiciones recibidas. El único acceso del pueblo a Dios era a través del sumo sacerdote, quien una vez al año entraba al Lugar Santísimo para ofrecer sacrificio de sangre, primero por él mismo y después por el pueblo. Aquel sacrificio era una forma de obtener el perdón de Dios de forma limitada y temporal.

Jesucristo vino para ofrecerse como sacrificio vivo, de una vez y por todas, para que nosotras pudiéramos tener acceso directo a Dios. Solamente confiando en Jesús, tenemos acceso ilimitado y eterno a Dios. Un candelabro nos puede recordar los milagros de Dios, pero un corazón transformado testifica de esos milagros. Muchos creyentes publican en su diario andar el milagro que Jesús ha hecho en sus vidas. ¿Tienes la limpieza interior y perfecta que viene de Dios a través de Jesús? Entonces eres un utensilio sagrado de la adoración a Dios.

Pídele a Dios que te permita ser un instrumento útil para Su reino.

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