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[Una constante en la sociedad, familia y personas]

Patricia de Saladín

Las personas que hemos vivido la transición del siglo XX al XXI fuimos testigos de una revolución tecnológica. Las computadoras, los teléfonos inteligentes y todos los dispositivos digitales convirtieron este tiempo en la era de la información.

Si cuentas con uno de estos aparatos puedes decir que tienes «información a la mano». Lo que sea que se te ocurra investigar está a un «clic» de distancia. Como dice el profeta Daniel en su libro, hablando del tiempo del fin: Muchos correrán de aquí para allá, y el conocimiento aumentará (12:4).

¡Qué buena descripción de cómo lucen nuestras vidas! No obstante, si me pidieran que describa con una palabra la época que nos ha tocado vivir, creo que escogería la palabra CONFUSIÓN.

Al estar expuestas a tanta información, le hemos dado oído a muchas voces, y a pesar de tener mucho conocimiento, el resultado ha sido más confusión. Toda esta información no nos ha acercado a Dios y a Su Palabra, sino que hemos escogido alejarnos de Él y de Su revelación. Pretendiendo ser sabias nos hicimos necias, y cambiamos la verdad de Dios por la mentira, honrando y dando culto a las criaturas antes que al Creador (Rom. 1:22-23).

Esta confusión es muy evidente entre las mujeres. Podemos verla manifestada en mujeres descontentas, desanimadas, deprimidas, desencantadas, desorientadas y, en muchas ocasiones, desesperadas. La gran mayoría corre de aquí para allá, con mucha información y conocimiento, pero sin saber responder preguntas tan básicas como: ¿de dónde vengo? ¿Quién soy? ¿Hacia dónde voy? Y a esto se le suma que todas las respuestas que pudieran intentar dar a esas preguntas se encuentran centradas en una cosmovisión egoísta: yo.

Las respuestas a esas preguntas pueden hacer la diferencia entre la vida y la muerte, la bendición y la maldición. La incapacidad de responderlas nos lleva invariablemente a distorsiones en áreas vitales de la vida diaria, que es precisamente de lo que estamos siendo testigos en esta generación.

No tener las respuestas a preguntas clave como: ¿Qué significa ser mujer? ¿qué significa estar casada o ser soltera? ¿Qué significa ser madre, abuela, hermana, amiga? ¿Cómo me conduzco en las distintas esferas de la vida?, ha traído como resultado gran parte de la disfunción que vemos a nuestro alrededor. De manera que una mujer confundida no solo tiene repercusiones sobre su propia vida, sino también sobre su familia, la sociedad y la cultura.

El hecho de que toda esta confusión sea una realidad entre las mujeres en general no debe extrañarnos, pero el que se encuentre dentro de la iglesia debe preocuparnos y llevarnos a hacer algo al respecto en la generación que nos ha tocado vivir, para poder dejar un legado y afectar no solo nuestra época, sino también a las próximas generaciones.

Un fragmento del libro Mujer verdadera: el maravilloso diseño de Dios para ti (B&H Español)

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